Los cambios sociales discurren a veces a trompicones, como si alguien pisase el acelerador y forzase la marcha. Tras años y años de lucha algo así ha sucedido con el colectivo LGTBI, que se gana sus derechos, entre ellos el que reivindica esta película del chileno Sebastián Lelio, el derecho al dolor, a llorar la pérdida de un ser querido. Como principal carta, el realizador apuesta por la joven transexual Daniela Vega, que acapara los planos con la avidez y la eficacia de la Natalie Portman de "Jackie" y cuyo rostro, voz y naturalidad bendicen la narración, aunque a veces parezca que la fatalidad se ensaña demasiado con ella. "Una mujer fantástica" es una buena película, pero sobre todo es necesaria.