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Buenos tiempos para la lírica

Ara Malikian y Silvia Pérez Cruz actúan esta noche en los dos principales auditorios de Vigo

Malikian, durante su concierto en Ourense. // Iñaki Osorio

Ara Malikian (Beirut, 1968) actúa esta noche en el Auditorio Mar de Vigo, donde hace ya varias semanas han colgado el cartel de "entradas agotadas" para sus 1.421 butacas. El violinista de origen armenio triunfa allá donde va. Abarrotar teatros es algo que desde hace mucho tiempo no sorprende al autor de "La increíble gira del violín", que empezó en el foso del Teatro Real de Madrid durante siete años y que se convirtió en un fenómeno popular en cuanto decidió subirse a los escenarios.

"Uno siempre se alegra cuando ve el teatro lleno, algo que, la verdad, está pasando por todas partes", comenta sin falsa modestia el virtuoso violinista, que el pasado martes actuó en el Teatro Principal de Ourense, el miércoles en Lugo y ayer en Santiago. "Estoy encantado de volver a Ourense y de estar de nuevo con esta gente tan guapa", dijo al inicio de su concierto en la ciudad de As Burgas, metiéndose de inmediato al público en el bolsillo.

Y es que este músico con el virtuosismo de Paganini y Hendrix, pero con las dotes escénicas de este último, se transforma en un saltimbanqui en cuanto agarra su violín.

Su actuación se centra en los temas de su último disco, "La increíble historia de violín, y durante la misma relata "por dónde ha pasado el instrumento, quién lo ha tocado y qué ha vivido", además de interpretar obras de Chopin, Paganini, Mozart, Led Zeppelin, Bowie o Jimi Hendrix.

"¿Qué tienen en común Mozart y Hendrix? La genialidad. Musicalmente están separados por tres siglos de historia y sus estilos son distintos, pero en ambos casos son grandes músicos que emocionaron en su tiempo y continúan haciéndolo", afirmó.

Aunque en este espectáculo el humor no se erige en protagonista, Malikian reconoció que "siempre ha sido parte fundamental" en su vida. Un humor que le sirve para conectar no solo con el público adulto, también con el infantil, que le adora, quizá al advertir cómo trata, sin reverencia, a la música clásica.

En el Trui Teatre ayer se pudo ver a niños músicos, quizá algunos de ellos futuros violinistas profesionales. "Para tocar el violín se necesita amar el instrumento y, sobre todo, estar preparado para el sacrificio. Para poder vivir del violín hay que dedicarse a muchas horas de estudio, de entrega, de pasión y energía.

También hace falta suerte y algo de talento", subrayó. En su opinión, hay una cosa más importante que la técnica, que la perfección, a la hora de ejecutar un instrumento, sea cual sea, y eso "es la emoción. Si con la técnica uno no expresa, la música se queda a medias".

La emoción que transmite el violinista y su grupo es el secreto de que el idilio siga más vivo que nunca. La fórmula no falla: acercar a todos los espectadores, mayores y niños, la música clásica y los sentimientos que afloran cuando esas composiciones son interpretadas por el violín del virtuoso músico. La calidad, la presencia y la personalidad convierten a Malikian en un artista único, de los más brillantes y expresivos de su generación.

En los 15 años que lleva en España, ha acentuado su inclinación por caminos artísticos inciertos. Para festejar esta etapa, en 2014 ofreció un concierto en el Teatro Real. Hizo flamenco con Rafael Amargo, melodías con Lamari y Álvaro Urquijo, y no se arrugó ante el extremoduro Iñaki Antón. Por la grabación de aquel concierto, largo, solidario e inclasificable, en el doble álbum "15" ha sido nominado a un Grammy latino. Lo de latino es una desconcertante categoría para un libanés de origen armenio que vaga por Europa desde que era un joven aprendiz de violinista, y que nunca se siente de paso aunque nunca se asiente del todo. "Yo no me siento de ningún lado. No sé dónde estaré dentro de un año", confiesa Malikian, que sufrió la guerra en el Líbano siendo un niño y suele acordarse siempre de los refugiados. "Veo con mucha tristeza que gobiernos o personas nos quieren hacer creer que los refugiados son una amenaza para el mundo occidental y que no deberíamos ayudarles. Este concepto de no ayudar a la gente que más lo necesita me parece poco humano, y me cuesta asimilarlo", dijo hace unos meses. "Es muy desolador ver que crezca tanto la xenofobia en el mundo".

La de Malikian es una asombrosa historia de redención a través de la música. Y lo hace con el mismo violín que un siglo atrás salvó a su abuelo del genocidio armenio perpetrado por Turquía.

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