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Las mil caras del salón

Las propuestas van del extremo refinamiento francés al rusticismo nórdico matizado

Propuesta para el salón.

Sobriedad, elegancia, piezas bien escogidas, cada cosa en su lugar y la sensación de que cada uno de los objetos de la estancia tiene una historia que contar. Con esas pautas es posible empezar a construir uno de esos salones que destilan personalidad, y que sus propietarios irán enriqueciendo con el paso de los años.

No se trata de hacer un museo, pero sí de dejar constancia de viajes, preferencias y aficiones en el lugar de la casa pensado para el descanso y la conversación. Materiales como la caoba, el cuero y el terciopelo no pueden faltar en un interior confortable inspirado en la decoración francesa.

Los sofás y sillones se caracterizan por ser en colores que van del rosa palo al amarillo limón. Los grises en sus tonalidades más pastel también están de moda cuando lo que se pretende es hacer resaltar los objetos frente al mobiliario y la tapicería. La iluminación nunca debe ser directa ni potente, sino que llega desde pequeños puntos de luz indirectos. Es el reino de las pequeñas lámparas de mesa, arañas y candelabros.

En las paredes pueden colocarse papeles pintados de motivos refinados y tonos pastel, así como cuadros con trabajados marcos de madera dorada.

El estilo nórdico, un pelín rústico, es otra de las grandes líneas decorativas que ganan fuerza. En realidad, está inspirado en el gustaviano, que debe su nombre a Gustavo III de Suecia, que reinó a finales del siglo XVIII. El monarca fue un enamorado de la cultura francesa. El peculiar estilo que creó y que luego exportó a medio mundo se inspira en el Luis XVI. Blanco, gris, verde y azules claros definen las tonalidades de esta forma de entender la decoración, que huye del recargamiento sin renunciar a la belleza.

Cuando Gustavo III encargó a Jean Eric Rehn que decorase el dormitorio principal del Palacio Real de Estocolmo, varios arquitectos suecos viajaron a Francia y artesanos franceses fueron a Suecia para enseñar a los suecos y también a trabajar.

Las diferencias principales, además de en las formas, están en el empleo de maderas de tonos claros y en el uso habitual de la técnica del decapado. Por lo demás, apenas hay normas escritas.

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