En 2008 Kathryn Bigelow filmaba una impresionante obra sobre una unidad militar con la difícil misión de desactivar bombas. Su brillante montaje tensaba más una historia que ya lo era de por sí. Pero si "En tierra hostil" reflejaba de forma casi física la angustia de hombres hechos y derechos que habían elegido su destino, en "Land of mine" Martin Zandvliet sube la apuesta y gana con hechos reales. La guerra acabó y los que limpian las playas danesas de minas no son voluntarios ni adultos, aunque vistan uniformes de soldados alemanes. La desazón que provoca esta sobrecogedora película es proporcional a la frialdad con la que los nórdicos diseccionan este tenebroso capítulo de su historia.