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Dulces tentaciones

De la tarta de Santiago a los bizcochos de Samos o la bica ourensana, la repostería tradicional gallega es un auténtico placer para todos los paladares

Dulces en forma de pez de las Clarisas de Tui. / De Arcos

Para obsequiar el paladar tras un buen plato, nada mejor que culminarlo con alguno de los postres de la tierra, auténtico arte culinario que pone la nota redonda a una comida.

Resulta imposible recoger en unos párrafos las muchas delicias que se elaboran en las cuatro provincias pero si hay una que no puede faltar es la tarta de Santiago, postre imprescindible de la ruta jacobea -y de toda la comunidad- cuyo origen es incierto. Algunos estudios sitúan como el precedente más inmediato de este dulce a la torta real consumida en las colaciones de grados de la Universidad de Santiago ya en el siglo XVI. A base de almendras trituradas con huevos y azúcar a partes iguales, fue llamado a partir de las primeras décadas del siglo XX tarta de Santiago. Este postre de intensa tradición adquirió su forma definitiva en 1924 cuando José Mora Soto -fundador de la compostelana Casa Mora- decidió adornar sus tartas de almendra con una silueta de la cruz de Santiago.

En Portomarín existe una tarta propia con la almendra como base que ya se hacía en el siglo XVIII, de interior suave y esponjoso. Con almendra es igualmente el roscón de Vilalba y sin salir de la provincia lucense hay otras suculencias como la torta de A Fonsagrada, con almendras y crema pastelera, la tarta de Mondoñedo, una obra maestra de la repostería elaborada en el siglo XII o XIII -dicen que en el dintel del Pazo de Xelmírez ya hay una representación de la misma-, o la torta de Sober, una "lambetada" apetecible a cualquier hora que tiene fiesta propia el 12 de agosto. Ya en la costa, obligado es probar la tarta de Viveiro.

No faltan los postres milagreiros como la torta de Guitiriz, de la que se cuenta que fue un prodigio de la Virgen. O el brazo de gitano de sabor celestial, pues ya presumía Cunqueiro que el mejor era el de las monjas Clarisas de Ribadeo. Si él lo afirmaba, seguro que era cierto. Y la receta de los bizcochos de Samos salió del monasterio de San Juan hace más de 250 años.

En Melide le llaman "ricos" y por algo será. Los melindres de este concello tienen fama en todo el país, con fiesta propia cada segundo domingo de mayo, mientras que la torta de Pontedeume, de ancestral receta, ha recuperado su vigor. Ponteareas, Silleda y Allariz también tienen fama por estas rosquillas pequeñas y dulces. La bica originaria de la comarca de Terra de Trives y de la Ribeira Sacra rinde paladares, mientras que en O Carballiño son célebres sus cañas rellenas.

En este dulce paseo por la repostería no pueden faltar las yemas de A Guarda, las rosquillas de Gondomar o las galletas de nata de las monjas del monasterio de San Vicente de Trasmañó. Sin olvidar el requesón de As Neves, la quesada, la bola larpeira...

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