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Steve Carell: "Nada ha cambiado y nadie rindió cuentas"

En "La gran apuesta", el actor interpreta a un inconformista que semeja ir contra el sentido común cuando vaticina el desplome del mercado inmobiliario que provocó la crisis de 2008

teve Carrell, en una imagen de "La gran apuesta". // Paramount

Basada en el superventas de no ficción de Michael Lewis ("La gran apuesta") y dirigida por Adam McKay, la película sitúa a Carell en el centro de uno de los repartos más espectaculares del año, acompañado por Christian Bale, Ryan Gosling y Brad Pitt, quienes dan vida a un grupo de atípicos economistas que apuestan de forma individual contra el mercado. El filme, que mezcla tragedia y comedia, tiene cinco nominaciones a los Óscar y figura en la lista del "New York Times" de las Mejores Películas del 2015.

Nacido y criado a las afueras de Massachusetts (EE UU), Steve Carell conoció el éxito encarnando a Michael Scott en la versión estadounidense de "The Office". En la gran pantalla, ha protagonizado películas de éxito como "El reportero" (bajo las órdenes de Adam McKay, director de La gran apuesta), "Virgen a los 40", "Pequeña Miss Sunshine" y "Crazy, Stupid, Love". Su giro dramático interpretando a John du Pont en Foxcatcher le granjeó una nominación al Óscar como Mejor Actor en 2014.

-¿Qué fue lo que originalmente le llamó la atención de La gran apuesta?

-El tema era fascinante, revelador y aterrador. El reparto era un grupo de actores con los que sin duda tienes ganas de trabajar. Y a Adam McKay? Lo conozco desde hace mucho. Creo que es increíblemente inteligente y divertido. Supe que él lograría hacer algo muy especial con esta historia.

-El personaje que usted interpreta, Mark Baum, ¿está inspirado libremente en uno real?

-Yo diría que más que libremente. Básicamente lo que cambia es su nombre. Su apariencia se basa en esa persona real y la personalidad del personaje viene de este hombre. Dirige un fondo de inversión; es muy obstinado, como un pitbull (risas). No tolera tonterías. En mi opinión, es alguien que, en aquel momento, era inflexible a la hora de buscar la verdad y averiguar qué sucedía realmente en estos grandes bancos.

-¿Lo conoció?

-Sí. Pasé algo de tiempo con él y también vino al set varias veces. Era claramente la persona que todos imaginábamos que sería. Cuando llegó al set, en cuestión de minutos se instaló él solo junto al monitor. Le daba indicaciones a Adam McKay, me las daba a mí. Es un hombre muy seguro de sí mismo sin llegar a ser arrogante o repelente en modo alguno (risas)? Por cierto, todas sus indicaciones eran geniales. A pesar de no haber estado nunca en un set de rodaje, tuvo una afinidad instantánea con el plató.

-¿Cuánto sabía sobre la crisis financiera de 2008 que se muestra en la película?

-No sabía mucho sobre este mundo. Creo que conocía lo mismo que la mayoría de la gente en aquella época de crisis. Para prepararme, leí el libro de Michael Lewis y estudié la terminología. Adam McKay fue también una fuente de información puesto que entiende a la perfección la complejidad de este mundo. Como director, también le gusta la improvisación en el set de rodaje. Para hacerlo, todos necesitábamos entender a ciencia cierta aquello de lo que estábamos hablando.

-Su relación con Adam McKay se remonta a mucho tiempo atrás.

-Creo que nos conocimos en 1990. Él estaba en una compañía de teatro itinerante con mi esposa (Nancy Carell), que era mi novia en aquella época. Sin embargo, no trabajé con él hasta 1995 quizá. Coincidimos en una de las obras que él había escrito en Second City y que después se llevó al Kennedy Center durante uno o dos meses; yo actué en este último. Así que hemos sido amigos durante mucho tiempo. Finalmente volví a trabajar con él en "El reportero". Siempre lo he considerado una persona inteligente, divertida y apasionada. Así que todo parecía indicar que era la persona perfecta para dirigir esta película.

-¿Qué cree usted que le hizo la persona indicada para el puesto?

-Hacía falta alguien con una sensibilidad por el humor absurdo para expresar la densidad de material que necesitaba transmitirse en este filme. Él la tiene. Además, posee un gran dominio, a nivel intelectual, de este mundo. Ambos factores en armonía hicieron de él la elección adecuada para dirigir la película. Como factor añadido estaba su propia indignación por los hechos que habían sucedido. Para él, había un propósito en la película. Había preguntas que necesitaban hacerse. Aquella pasión fue realmente el motor detrás de todo.

Los protagonistas de "La gran apuesta", en una secuencia de la película. // Paramount

-Tengo entendido que optó por una aproximación alternativa para el rodaje de la película en sí.

-Fue un modo interesante de trabajar como actor porque nunca sabías dónde iba a enfocar la cámara. Podías estar rodando una escena y, al terminar, darte cuenta de que la cámara había estado enfocando la mano de alguien escribiendo en un trozo de papel (risas)? Era una especie de liberación en el sentido de que nunca tenías idea de cuándo la cámara estaba enfocándote a ti o a alguien más. El resultado fue que te olvidabas de que la cámara estaba allí y era más como hacer una obra de teatro. En cierta forma aquello nos alivió la presión.

-¿Cómo fue volver a formar equipo con Ryan Gosling? ¿Es diferente trabajar con él en un drama como este que en una película más cómica como "Crazy, Stupid, Love"?

-Él siempre me hace reír, tanto si es un drama o una comedia. Y creo que también es extremadamente gracioso en esta película. Lo adoro. Pienso que es un actor fantástico y una persona extremadamente amable. Es una de mis personas favoritas, punto.

-¿Cuál fue el mayor desafío al hacer la película?

-Probablemente aprender la jerga. La gente no habla así en el día a día. El lenguaje y los conceptos detrás del sector bancario eran algo muy nuevo para mí.

-¿Qué fue lo más sorprendente que aprendió?

El nivel de fraude que había detrás. Creo que la mayoría de gente sabía que hubo un colapso y un rescate financiero -está claro que innumerables personas sufrieron su impacto. Sin embargo, más allá de todo aquello no tenía ninguna idea real sobre lo que tramaban estos bancos. El nivel de engaño que había. Fue impactante y revelador.

-¿Cree que hemos aprendido de nuestros errores?

-Me gustaría pensar que sí. Sin embargo, parece que no han cambiado muchas cosas desde entonces. Creo que en ese sentido la película es un relato aleccionador. Sin embargo, cuando hablas con la gente que estuvo allí, cuando hablas con los homólogos de estos personajes en la vida real, todos siguen muy enfadados. Puedes sentirlo. En mi opinión, hay una desconfianza patente y una indignación porque nada ha cambiado y nadie ha rendido cuentas de sus actos.

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