Historias como las que cuenta Asier Altuna en "Amama" solo resultan creíbles en lugares como Euskadi. Ya Julio Medem nos había mostrado la importancia de lo telúrico para esa sociedad, pero Altuna va un paso más allá y reflexiona cómo ese vínculo con la tierra arraigado desde épocas inmemoriales choca contra el imparable oleaje de los tiempos actuales. En tradición contra modernidad, y la nueva síntesis que surge de la confrontación, podría resumirse este largometraje, tan precioso por dentro como por fuera, que es capaz de ensalzar, pero también de discutir, el lugar en el que se nos asigna en el mundo frente a aquel que queremos ganarnos.
Poética, a veces de forma muy rústica y evidente y en ocasiones con recursos artísticos algo forzados, "Amama" es una película de pocas palabras, pero un gran mensaje.
