Tenía 20 años, acababa de terminar los exámenes de fin de curso en la Universidad de Milán y apuraba sus vacaciones en Cala Major, una de las zonas de marcha más punteras de Palma (Mallorca). Era la primera vez que viajaba sin su familia, con amigos. Nadie podía pensar que aquellos días serían los últimos para Martina. La noche del 2 de agosto de 2011, la italiana salió a la famosa discoteca BCM, en Magaluf. De madrugada, tras volver al hotel Santa Ana, donde se alojaba, cayó por el balcón de una habitación en el sexto piso.

Al despertar el miércoles, a casi mil kilómetros, en Génova (Italia), Bruno Rossi recibió la llamada de un carabiniere: "Tu hija ha muerto, pero aún no sabemos cómo". Le ha costado diez años encontrar la respuesta. Una década para descubrir que Martina se precipitó por la terraza del hotel mallorquín cuando huía de dos agresores que pretendían violarla. Los dos individuos han sido condenados por la justicia italiana a 3 años de prisión por intento de violación.

España dio carpetazo al caso

2011. Mallorca, una turista veinteañera y una caída desde el balcón. Las primeras líneas que la policía siguió en España apuntaron siempre en la misma dirección: balconing. Una práctica de riesgo frecuente en la isla, un juego mortal que arrastraba (y arrastra) un sinfín de aficionados entre el turismo extranjero que consiste en saltar a la piscina desde la terraza de una habitación de hotel y que, en muchas ocasiones, tiene un resultado fatal. La otra opción era el suicidio.

Levantado el cuerpo, el Juzgado de Instrucción número 11 de Palma archivó el caso, tras no apreciar indicios de criminalidad. La investigación concluyó erróneamente que Martina estaba sola cuando "se suicidó o cayó al vacío accidentalmente" desde una altura de unos 20 metros. Los testigos a los que los investigadores interrogaron rechazaron esta posibilidad. El forense determinó que la joven no había bebido ni tomado drogas esa noche. El cuerpo fue repatriado. El casó se cerró.

Bruno Rossi, padre de Martina.

"No tenía motivos para suicidarse"

En Italia no dieron crédito. Ni familiares ni allegados dieron por bueno el resultado de la investigación. Tampoco los jóvenes que Martina conoció durante su viaje en España y que aquella noche coincidieron con ella. Según consta en el sumario del caso, "estaba contenta y tranquila, no parecía una chica a punto de suicidarse", afirmó Mattia, un chico con el que Martina pasó en la discoteca gran parte de su última noche, hablando sobre dibujo y otros aspectos de sus estudios de Bellas artes.

"Había estado todo el año estudiando mucho y llevaba meses preparando su viaje con ilusión. No tenía ningún motivo para suicidarse", aseguró entonces el padre de la chica, Bruno, en algunos programas de televisión. El recelo de su padre, de su familia, la desconfianza y un sinfín de preguntas sin respuesta consiguió cambiar la dirección de la investigación. Italia reabrió el caso, se exhumó el cuerpo de Martina. Arrancó una nueva investigación.

El cadáver de Martina, sin pantalones

Martina experimentaba un momento único. Estaba feliz, contenta. Disfrutaba como nunca de un verano atípico y espectacular. Algo chirrió desde el inicio para la familia de la joven. La escena fue cuestionada desde el principio. Los pantalones y las zapatillas que la chica llevaba puestos ese día aparecieron en el balcón desde donde cayó, "como si alguien se los hubiera quitado por la fuerza", afirmó Bruno Rossi en el programa italiano Chi l’ha visto?, "la barandilla era lo suficientemente alta como para que no se cayera” de forma accidental.

Ropa de Martina en el balcón por el que se precipitó Chi l'ha Visto?

La Fiscalía de Génova le terminó dando la razón. Las pesquisas lograron la imputación por presunto homicidio, agresión sexual y omisión del deber de socorro a dos jóvenes que aquella noche estuvieron en la fiesta con Martina. Alessandro Albertoni y Luca Vanneschi, de 21 y 23 años, dos italianos que la joven conoció en España dos días antes de su muerte y que también se hospedaban en el hotel Santa Ana de Cala Major. Declararon como testigos en España, lo hicieron como imputados en Italia. 

Lo que dijeron que ocurrió: delirio

Los dos condenados reconocieron ante la policía de Palma que, sobre las cinco de la mañana, se marcharon con Martina y sus amigas al hotel. Pero contaron a los agentes una versión que la familia de la joven y la justicia italiana nunca creyeron. Según sus declaraciones, las dos compañeras con las que dormía Martina estaban en el cuarto acompañadas por dos colegas de Albertoni y de Vanneschi, por lo que ella se trasladó a la habitación de los chicos. La joven se durmió, mientras Alessandro escuchaba música en otra cama. Luca ya dormía. Pero en un momento dado, según la declaración de Albertoni, Martina entró en una especie de trance, se quitó la ropa argumentando que "tenía calor" y se puso agresiva sin motivo: "Se acercó a mi cama y no dejaba de preguntarme qué estaba haciendo. Tenía los ojos como cerrados y un poco rojos. Y entonces me dijo: 'Eres un asesino, me quieres matar', y se lanzó contra mí, agarrándome el cuello", mantuvo el italiano.

Varios huéspedes oyeron gritar a la joven esa noche desde la habitación contigua

Albertoni afirmó que, tras el forcejeo, Martina volvió a quedarse dormida, para despertar poco después quejándose de que tenía calambres por todo el cuerpo: "¿Dónde estoy?, ¿dónde estoy? ¡No estoy loca!, gritaba Martina sin sentido. Cuando se calmó fui a pedir ayuda a sus amigas. Entonces, Luca vino muy pálido diciendo que se había caído por el balcón", aseguró Albertoni al fiscal italiano.

La versión de su compañero, Luca Vanneschi, arrojó poca luz. Aunque estaba presente cuando se produjo el suceso, aseguró que dormía profundamente, por lo que no pudo ver ni escuchar nada. Y eso a pesar de que varios huéspedes oyeron gritar a la joven esa noche desde la habitación contigua, según contó un trabajador del hotel a la policía española en 2011.

Se resbaló cuando intentaba escapar

La justicia italiana sostiene que Albertoni y Vanneschi trataron de forzar a Martina para mantener relaciones sexuales, pero la joven se resistió y en un intento desesperado por huir de ellos salió al balcón y trató de pasar a la terraza colindante, perdió el equilibrio y se resbaló. Esta teoría, hoy confirmada, cobró fuerza en febrero de 2012, cuando la policía italiana interceptó una conversación entre los dos agresores de Martina. Albertoni pretendía tranquilizar a su amigo antes de que entrara a dar su versión a la policía: "No han encontrado signos de violencia sexual", le previno.

Martina Rossi en una foto de archivo.

"No debe quedar nadie que pueda permitirse lastimar a una mujer y salirse con la suya. Ahora puedo decirle a Martina que su padre está triste porque ella se ha ido, pero también que estoy satisfecho porque nuestro país ha logrado hacer justicia", ha afirmado Bruno Rossi, el padre de la joven, a La Stampa. El caso, ahora sí, está cerrado.