Primo Luis Miró
Franco Cobas, un noviazgo eterno con el deporte
Olímpico en 1960 y unido siempre al reno y al náutico de Vigo, fue distinguido con el galardón que reconoce a nuestras leyendas

Franco Cobas, ganador del Premio Luis Miró, en la Gala del Deporte / Marta G. Brea
B. C.
«Que me den este premio con ellos... Yo me encuentro pequeño. Pero es una satisfacción y un broche de oro para una vida deportiva que todavía sigue». Lo dice Franco Cobas, poco después de convertirse en el ganador del Premio Luis Miró, en referencia a quienes le precedieron en el palmarés: Carlos Pérez, Paco Amoedo, Javier Alvarez Salgado y Manolo Rodríguez «el gran capitán». Su sonrisa honesta, brillante, satisfecha, ilumina el Teatro A Fundación cuando la gente reconoce con una cariñosa ovación a quien ayudó a la ciudad a entender lo que eran unos Juegos Olímpicos. Pero también a quien desde aquel momento iniciático en Roma 1960 se preocupó por cuidar el deporte y a quienes lo practican. Ya sea en su faceta de deportista, entrenador, directivo, juez e incluso periodista.
Franco Cobas es vigués que nació fuera de la ciudad. Como tantos otros. Vio la luz en Boiro en 1939 cuando en España sonaban los últimos disparos de la Guerra Civil. El arrullo de las olas fue la primera música que escuchó en vida y el mar su lugar favorito de recreo. Su infancia transcurrió entre dos localidades marineras: Noia y Pobra do Caramiñal, hasta que con nueve años se trasladó a Vigo para vivir con sus tíos (Antonio y Maruxa Fresco, y Tomás Crespo). Fueron ellos quienes le enseñaron casi todo sobre la vida. Y también los responsables de que aquel crío flacucho y entusiasta como pocos se entregase en el Real Club Náutico de Vigo (su tío Antonio era directivo) al deporte. Era su lugar preferido en el mundo, donde nacieron amistades y amores eternos.

Franco Cobas, olímpico en 1960 / FDV
Uno de ellos fue con el remo al que se enganchó con catorce años y solo seis después le llevó a los Juegos Olímpicos de Roma en 1960. Sin haber cumplido los veinte años descubrió una vida diferente y una experiencia inolvidable rodeado de deportistas únicos como Mohammed Ali, Wilma Rudolph, Peter Snell, Larisa Latynina, Ralph Boston o celebridades como Grace Kelly o el mismo Papa Juan XXIII. Para llegar a aquella cita Franco Cobas tuvo que mediar el gobernador civil de Pontevedra porque en Casa Mar, donde trabajó más de treinta años, no le concedían permiso para viajar a Roma.
A la vuelta, aún impresionado por todo lo vivido en la capital italiana, Franco Cobas siguió remando aunque fue ampliando el horizonte. Como entrenador o directivo del Náutico con menos de treinta años. Fue el comienzo de un «matrimonio» diferente porque estuvo en el cuerpo directivo del club durante más de veinticinco años hasta acabar siendo uno de sus presidentes. Pero en todo ese tramo Cobas también ejerció como juez internacional algo que le llevó a dos ediciones de los Juegos y a mantenerse siempre ligado al deporte que tanto amó y tanto ama.
- «Sin calefacción estamos todo el año a 21 ºC»
- Descarrila un tren de mercancías cargado de toneladas de acero en As Neves
- Mercadona denuncia la venta desde Bueu de pescado que debía destruirse
- Los dueños del colegio Atalaya deben devolver 180.000 euros que les prestaron 5 docentes por hacerlos indefinidos
- El primer ‘coliving’ de la ciudad estará en Bouzas y tendrá gimnasio y piscina
- ¿Cuál es el mejor día para ver las luces de Navidad de Vigo? Estos son los de mayor y menor afluencia
- La seta que quería ser sombrero mexicano
- Mueren en la misma semana los padres de Mari Carmen, la tripulante desaparecida en el “García del Cid”