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Un escaparate único de la ciudad

La gala fue una vez más punto de encuentro y un motivo para admirar el potencial deportivo que ofrece la ciudad

B. C.

No todas las ciudades pueden permitirse ese tramo de la Gala en el que fueron llamados todos los deportistas que acudieron a los recientes Juegos Olímpicos y Paralímpicos de París. Quince. Una cifra extraordinaria y que da una idea del potencial inmenso de sus deportistas y de aquellas entidades que impulsaron sus carreras para llevarles al escenario más grande en el que se puede estar. Fue uno de los momentos más especiales de una fiesta que una vez más acogió el Teatro AFundación (lleno como es costumbre) y que fue punto de encuentro y también motivo de orgullo. 

La Gala volvió a recompensar a casi cien deportistas. Comenzó unos días antes con los promesas (treinta y seis) y continuó el jueves con los premios absolutos (cuarenta y tres) además del reconocimiento a los quince olímpicos, a Gadis (en el apartado de empresas ligadas al deporte que celebran un aniversario especial) y por último los cinco galardones principales, los que se dejan para el final y que provocan una subida de emociones más grande. Porque lo fue. Primero con el recuerdo al gran Paco Amoedo; luego con Franco Cobas, galardonado con el Premio Luis Miró, y que demostró su grandeza al etiquetarse de «pequeño» al lado de quienes antes que él recogieron el galardón. Luego llegó la emoción algo desconcertada de Nerea Patiño y de Luis Piña, los mejores promesas de la temporada, que estrenaban su palmarés en la cita y que seguramente serán protagonistas en ediciones futuras. Y luego llegaron Martín de la Puente y Susana Rodríguez Gacio. Para el tenista, la primera vez que recibe el galardón al mejor deportista absoluto; la cuarta para la triatleta. Se emocionó de forma sincera poniendo en valor lo que para un vigués, por muchos títulos que acumule en su palmarés, significa que en su propia casa le demuestren el cariño y el respeto de esta forma. Fue el punto álgido de una gala conducida de forma magnífica por Carlos Tresandí que con la ayuda de Dani Lorenzo y de equipos de las escuelas municipales generaron una complicidad.

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