Nico Rodríguez se convirtió el pasado mes de agosto en el primer vigués que se sube a un podio olímpico. Ha tenido que esperar mucho la ciudad por algo así. Begoña Fernández fue la primera que lo logró en Londres 2012, pero en categoría masculina nadie había sido capaz de conquistar ese logro. Lo hizo el vigués para firmar un episodio histórico para el deporte de la ciudad.

El regatista, como miles de vigueses, es un producto de la cantera del Náutico, de esas escuelas que han parido regatistas de toda clase y condición. En su caso tiene también mucho que ver que su familia tuviese cierta querencia hacia el agua. Su abuelo materno era marino mercante y su padre tenía una pequeña embarcación atracada en el Náutico que utilizaba para entregarse su afición favorita, la pesca deportiva. Para él era muy cómodo dejar los fines de semana al pequeño Nico en la escuela de vela. Mientras él lanzaba la caña en la ría, el crío se aficionaba a la vela con los pequeños optimist. Aquello germinó en él. Construyó nuevas relaciones y la vela fue desplazando poco a poco al fútbol sala, que practicaba también con pasión. La carrera deportiva de Nico Rodríguez no iba a girar alrededor de la pelota sino de las velas. De todos modos el fútbol siempre ha sido y será su compañero de vida. El Celta es otra de sus pasiones y Balaídos uno de los lugares en los que más feliz se ha sentido siempre. Estuvo junto a su hermano Miki y un grupo de buenos amigos en el germen de la animosa peña “Lío en Río” y siempre que puede acude al santuario de Fragoso a ver al Celta. No es de extrañar que se llevó a Tokio hace unos meses haya sido una bandera del equipo vigués con mensajes y firmas de amigos y familiares.

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La XXIII Gala del Deporte de Vigo, en imágenes Ricardo Grobas

Pero antes de que empezasen a llegar los campeonatos de España la vela y Nico sufrieron un pequeño desencuentro que pudo estropearlo todo. Apenas tenía unos diez cuando se llevó un susto importante en un embalse en Portugal. Volcó la embarcación y bajo ella vivió un rato de verdadera angustia. Una situación delicada que se resolvió felizmente, pero que además de todo el agua tragada dejó en él una pequeña huella. Durante un tiempo no quiso saber nada de la vela ni del mar. Más de un año estuvo sin subirse a un barco. Esa etapa finalizó cuando las amistades nacidas en aquel entorno le arrastraron a superar cualquier miedo para regresar al agua. Y todo comenzó a funcionar. Nico Rodríguez se convirtió en una de las grandes esperanzas de la vela ligera gallega. Se vio claramente cuando ganó el Campeonato de España de optimist y después el de 420. Fue en esta última clase en la que Jordi Xammar y él mantuvieron una enconada pelea por ser los mejores de España. Ambiciosos, competitivos...rivalizaban en el agua, pero congeniaron bien fuera. En aquel momento no tenían la menor idea de lo que vendría. Después fueron llegando más clases y cada vez más complejas. El 49er, el 470…Nico estaba decidido a estirar todas las opciones de triunfar en este mundo. El Centro Gallego de Tecnificación de Vela de Vilagarcía fue su siguiente estación de paso. Entrenaba allí y estudiaba odontología en Santiago con una beca por ser deportista de alto nivel.

  • Año nacimiento: 1991 localidad: Vigo Club: Náutico de Vigo. Palmarés 2021: Bronce olímpico en Tokio en la clase 470 formando pareja con Jordi Xammar. Tercero en el Campeonato del Mundo disputado en Portugal. Segundo en el Campeonato de Europa de Vilamoura.

Nico quería ser olímpico y fue probando opciones, diferentes compañeros, en busca de esa pareja que consolidase su proyecto. Pero ninguno llegaba a su nivel de compromiso, de entrega, de esfuerzo. Después de licenciarse formó un equipo con el canario Nahuel Rodríguez. Primero alternaban entrenamientos en Galicia y Canarias, pero más tarde Nico hizo el esfuerzo personal de instalarse en las islas. Estaba dispuesto a cualquier cosa por perseguir ese sueño. Aquello le costaba mucho a nivel personal y económico y estaba claro que tenía una caducidad, que no podía durar eternamente. El equipo en el agua no fluía como debía y la situación era imposible de sostener. Desde Vigo también le hacían ver que la aventura no iba hacia ningún lado.

Con todo el dolor de su corazón Nico entendió que era el momento de aparcar el sueño de su vida. Y se preparó para abrir un nuevo capítulo. La vela sería un segundo plato. Lo primero era encontrar un medio donde ganarse los garbanzos y decidió marcharse a Holanda. La empresa que le quería contratar le envió a Austria en verano de 2016 con el fin de recibir formación que incluía aprender holandés. En esas estaba cuando vio a Jordi Xammar en los Juegos de Río. Al catalán las cosas no le habían ido como esperaba con Herp y la pareja después de la experiencia olímpica decidió separar sus caminos. El catalán, una cabeza que siempre está dando vueltas y planificando cosas, empezó a pensar en un nuevo compañero que le llevase a Tokio con esperanzas de pelear por una medalla olímpica. Y pensó en Nico Rodríguez, aquel gallego contra el que llevaba casi toda la vida compitiendo. Y marcó su número para hacerle una propuesta “que no podría rechazar”. El vigués le pidió un día o dos para reflexionar y se plantó ante los responsables de la empresa que le quería contratar en Holanda y les explicó aquello de que uno debe seguir persiguiendo sus sueños. Y eso hizo. Dio el “sí quiero” a Xammar y se subió al barco que les ha llevado, tras cinco años de brutal esfuerzo, a la medalla olímpica. 2021 fue un año complicado pero cargado de éxitos para él. Al bronce olímpico hay que añadir el tercer puesto en el Mundial o el segundo en el Europeo. A los Juegos llegaban con la esperanza incluso de conquistar el oro, pero las circunstancias en Enoshima, el campo de regatas cambiante en el que tuvieron que lidiar con sus rivales, les obligó a proteger el podio por encima de todo.

Primera vez que Nico disfruta del galardón en persona

Nico Rodríguez estaba feliz con su segunda elección como mejor deportista de la ciudad. A diferencia de la primera ocasión, esta vez pudo estar presente en la celebración que premia a los mejores de cada disciplina deportiva. “Lo hace más especial poder estar en persona. En la vez anterior estaba envuelto en la campaña olímpica. No me coincidían las fechas. Para mí es superespecial. Como vigués que soy, y me siento de pura cepa, me hacía mucha ilusión compartirlo con todos y con mi familia, mi madre, mi hermano, mis tías, mi prima… Lo más bonito de ganar una medalla olímpica es poder compartirla. Te das cuenta de lo que significan unos Juegos cuando la gente lo valora; cuando ves lo que realmente sienten cuando les cuentas una historia o simplemente ven la medalla. He visto cómo a algunos se les ponía la piel de gallina”.

Rodríguez espera dar razones en el futuro para regresar a una cita como ésta y confía en que el tiempo le dé a todos los deportistas que lo merecen oportunidades para llevar a cabo sus sueños como él hizo en Japón hace unos meses.