La felicidad de los más pequeños al acabar el curso escolar contrasta con el quebradero de cabeza que supone para los padres el inicio de las vacaciones de verano. Los precios a veces son elevados, pero todos los años tienen que hacer su particular tetris para que no quede ni un día suelto en las vacaciones de sus hijos. Los talleres o los campamentos son de gran ayuda para ocupar el tiempo. En uno de Vigo hay más de 1.500 niños inscritos. Roberto y Belén llevan a su hija a algunas de estas actividades. Ocupan así las mañanas, pero las tardes se complican. Muchas veces, confiesan, toca tirar de amigos o familia. Sea como sea, al final los padres consiguen esta difícil conciliación.