Los hemos visto protestando en las calles por un mundo más sostenible, les preocupa el medio ambiente, pero ven difícil un verdadero cambio. Fundamentalmente, es por barreras de tipo económico, el elevado coste de los productos sostenibles y la falta de políticas. El 95 por ciento de ellos dicen enfrentarse a barreras para adoptar un estilo de vida sostenible. La mitad de los jóvenes afirma que los productos ecológicos son caros y uno de cada cuatro sostiene que sus acciones no tienen impacto medioambiental. Sin embargo, son pocos los que han cambiado sus hábitos. Solo el 35 por ciento separa los residuos para reciclar, uno de cada cuatro compras en comercios de proximidad y muy pocos limitan los viajes en coche.