El tiempo no da tregua. Llueve sin parar y en la arena casi no hay marisco. Y el que hay no da la talla. Las mariscadoras gallegas se quejan de que en dos horas apenas sacan dos kilos y que no llegan al cupo. El agua dulce disminuye la salinidad de la ría y ahoga el bivalvo. José Manuel Rosas, presidente de la Federación de Cofradía de Pontevedra, pide que se desembalse cuando haya marea alta. En A Illa de Arousa no recuerdan una campaña tan nefasta. El futuro se presenta incierto mientras siga lloviendo.
