El fuego no ha sido la única amenaza. Las condiciones climatológicas avivaban aún más el riesgo. Se han llegado a alcanzar los 44 grados en una zona que arde de manera descontrolada. Sin humedad y con ráfagas de viento de hasta 30 kilómetros por hora, que hace que surjan pequeños focos que deben ser apagados mientras se ataca el gran incendio.