«Os abalorios, tanto os do sombreiro como os do pectoril, na miña época eran de ouro. Nadie tiña tanta xoia. Había que andar a pedilos á familia e máis aos veciños para lucir. Aquelo si que pesaba», explica María del Carmen Docampo, vecina de Muíño, en Santa Cristina.

A sus 70 años recuerda con emoción cómo su madre y su abuela hicieron con cariño las ropas y el sombrero con el que se estrenó como Madama cuando tenía solo 13 años. Embalado entre telas y papel de seda conserva el sombrero de su juventud. «É unha reliquia que para min ten un valor incalculable; non llo prestaría a ninguén», reflexiona.