Esta es la escalofriante imagen que ofrecía Combarro el pasado domingo por la mañana. Ni una sola alma en sus estrechas y empedradas calles, ni en la siempre concurrida Praza da Chousa. Solo vacío y silencio. Las severas restricciones impuestas por la Xunta para contener el covid-19 han cambiado por completo el aspecto de la villa. Atrás quedan los miles de turistas habituales en el núcleo histórico. Ahora parece más bien el escenario de un apocalipsis zombi.