Félix Gutiérrez llegó el jueves desde Vitoria para ver a su madre Palmira, que pronto cumplirá 83. Pegado al certificado que le firmó la directora de la residencia Nuestra Señora de la Esperanza de Ourense por si algún control de movilidad le exigía justificación, recorrió los 600 kilómetros con la emoción contenida. Hacía cuatro meses que no la veía y lo que más deseaba era darle un abrazo y achucharla bien fuerte.