Con drones y camaras térmicas, los geólogos, vulcanólogos y los soldados especialistas de la Unidad Militar de Emergencias vigilan de cerca las coladas de lava.

Monitorizan las trayectorias y trazan posibles recorridos. De momento, la orografía del terreno está desviando la última colada en nacer hacia la primera. Es una buena noticia que discurra por terreno ya devastado aunque el temor es que se siga ensanchando. En algunas zonas ya abarca un kilómetro y llega a alcanzar los 80 metros de espesor en zonas de vaguada que se han rellenado de lava. La colada principal que sigue alimentando por uno de los brazos la fajana, avanza muy lentamente en el frente que aún no ha sobrepasado la montaña de Todoque.