Ordena con cuidado un rosario que acaba de dejar sobre las piernas dejando sus manos libres para poder coger el título que acaba de recibir. Su nombre es Inah Canabarro, y esta monja brasileña de 116 años es la persona más longeva del mundo. Un premio que recibe después de que una japonesa, Tomiko Itooka, falleciera hace poco más de una semana en una residencia de ancianos de Ashiya al oeste de Japón. La brasileña nació tan solo 16 días después que la japonesa. Cuando pasó el umbral de los 110 años recibió la bendición del Papa Francisco, que es casi tres décadas más joven que ella. Ahora, celebra entre risas este galardón. Curiosamente, el hombre más anciano del mundo, que tiene 112 años, también es de Brasil.