Si Ucrania fuera una pareja compuesta por un prorruso y una proeuropea estaríamos a punto de hablar de divorcio. Una ruptura provocada por terceros. En el límite de Europa y Rusia, Ucrania es cortejada por ambos bandos. Con promesas de apertura democrática desde Bruselas, y tradición, identidad y favores económicos desde Moscú.