Las Islas Cíes son uno de los mayores reclamos turísticos de Galicia. Cada día de verano pueden pasar por ellas cerca de 2.000 personas y hacer noche hasta 600. Pero, cuando el sol deja de calentar se vacían del bullicio y ya solo se escucha el batir de las olas. El camping y el bar de Rodas cierran sus puertas y el archipiélago vuelve a su estado natural. Las gaviotas, los conejos, las nutrias y todo un despliegue de fauna marina recuperan terreno. Las plantas dejan de someterse al peso de la erosión humana y vuelven a nacer, otras se queman por la salitre y algunas invasoras buscan la manera de campar a sus anchas. Solo hay una excepción. Un pequeño grupo de hombres y mujeres que custodian el tesoro y tratan de que no se desgaste.
