Hace algo más de un año y medio, Isaura Abelairas permitió a un equipo de FARO colarse en su día a día para conocer su convivencia contra la enfermedad contra la que venía luchando dos años. Cada dos semanas tenía cita con su tratamiento de quimioterapia en el Álvaro Cunqueiro. Siempre un martes. De las 5 ó 6 horas que pasaba sentada intentando matar sus células cancerígenas, siempre rescataba un instante para mostrarle a sus amigos virtuales su nuevo paso hacia la recuperación y dar su mejor versión -vestida como si fuera a un gran evento- para contrarrestrar el dolor que, inevitablemente, transmitía su imagen en el hospital, y que en realidad ella sufría. También nauseas y cansancio, que los dejaba a un lado al día siguiente, para acudir a su puesto de trabajo. En la víspera a la sesión, se chutaba una clase de Tai Chi. En este trance, siempre a su lado Andrés, su pareja. "Somos un equipo, siendo dos se lleva mejor. Además, no necesita especiales cuidados, solo un poco de paciencia", comentaba.