A Laura aún le cuesta creerse por todo lo que ha pasado en los últimos siete meses. Lo que en marzo comenzó como un catarro, terminó convirtiéndose en una lucha por la vida. Tenía previsto elegir el vestido de novia pocos días antes de ingresar en la UCI. Allí pasó 21 días, y con el cuerpo aún golpeado por el Covid, subió a planta, donde estuvo otras tres semanas. Ponerse de pie, vestirse, hacer ejercicios de rehabilitación… Todo eran pequeños gestos de victoria que fue superando día a día. Y mientras tanto, hacía planes para cuando pudiese irse a casa.