Se conecta la manguera al depósito subterráneo, se pincha en otro extremo en el avión y comienza el repostaje del vuelo Madrid-París: 4 toneladas de queroseno y todavía una mínima parte de SAF. No lo nota el comandante, pero sí el medio ambiente. El SAF ya se fabrica en España. El proceso comienza con el tratamiento de residuos. Una masa viscosa a base de aceite de cocina reciclado, grasa animal o aceites vegetales. Es la materia prima que un reactor calienta a 400 grados, los somete a una gran presión y tras pasar por unos catalizadores y un proceso de oxigenado severo, se convierte en SAF. La Unión Europea exige que en 2025 el 2% de los depósitos de los aviones se rellenen con este biocombustible, el 6% en 2030 y para el 2050, 0% emisiones. Porque todavía la oferta es mínima comparada con la enorme demanda que tendrán que hacer las compañías aéreas. El SAF es hoy tres veces más caro que el queroseno.