La puerta de entrada al mercado inmobiliario está cada vez más restringida. La compraventa de viviendas lleva dieciocho meses a la baja, coincidiendo con la imparable subida de los tipos de interés. Con la financiación cada vez más cara, la compra se reserva a quienes disponen de efectivo.
La inflación combinada con los tipos de interés altos también está aflorando otro tipo de comprador a nivel nacional, que invierte sus ahorros en vivienda para que su dinero no pierda valor.
Es justo lo contrario de lo que se hacía hasta ahora, donde primaba la financiación a través de hipoteca. Pero conseguirla es cada vez más difícil. Pese a todo, los precios se mantienen o incluso suben por la escasez de oferta.