«Una chica nos mandó un vídeo que grabó en el Monte Aloia, en el que se veía a un Husky, y se figuró que se trataba de nuestro perro. Felizmente así era», comenta Adriana a FARO, cuando se puso en contacto con la redacción del decano para transmitir la feliz noticia. «Salimos hacia allí, y después de todo el día buscándolo por la zona, por fin apareció», relata, emocionada.