Al remate de cabeza en semifallo de Iago Aspas en el minuto 55 le seguía una sonora ovación con unos 20 segundos de demora. El penalti del Alavés de Coudet era recibido con el «y solo hay un Deportivo», ya que alejaba a Osasuna del séptimo y octavo puesto. Pese al asedio sobre la meta de David Soria desde césped y bancada, el marcador permanecería inalterado durante 35 minutos. La entrada de Williot y Pablo Durán tras la pausa de hidratación daban oxígeno también a los aficionados que veían los centros como principal recurso para romper la igualada.

Los «Sí se puede» del descanso reaparecían espontáneamente mientras los de Bordalás no entregaban el partido de forma definitiva. A unos kilómetros, el Rayo rozaba la veintena de disparos a puerta y acariciaba un gol que enviaba al Celta a Conference. Hasta que el guion previsto y soñado se cumplió. Iago Aspas enganchaba un disparo cruzado que suponía su décimo gol de la temporada, el triunfo el decimosexto triunfo esta campaña y el billete a Europa. Su carrera sin camiseta hacia el córner con todo el equipo detrás de él y miles de celtistas queriendo tocarlo definían la doctrina sobre la que ha levantado al equipo de su vida.

Mientras el Miudiño y la Rianxeira tomaban el protagonismo con el capitán ya en el banquillo, los cientos de celtistas presentes por las otras tres bancadas peregrinaban hacia el fondo norte. Los siete minutos de tiempo añadido servirían para saborear unos instantes que ni el empate de Osasuna hicieron peligrar. Los gritos de «Moriba quédate», a Claudio Giráldez y el «Fillos dunha Paixón» en bucle ponían la guinda final. El sueño se había cumplido.