Decenas de aficionados celestes, desplazados desde Vigo y otras partes de España, esperaban el arribo de los suyos con bufandas en mano, bengalas y cánticos. Hoy no es un día cualquiera, el Celta se juega algo más que tres puntos; se juega una plaza en competición europea, un sueño largamente acariciado por una hinchada que nunca ha dejado de creer.
La llegada se produjo bajo estricta vigilancia policial, en la que la marea celeste jaleo al equipo para conseguir el sueño del próximo año estar disputando partidos en la Europa League.