Son jóvenes, pueden ganar millones de euros en una temporada y se dedican a lo que más le gusta: jugar a videojuegos. Los jugadores de deportes electrónicos ('eSports'), llenan grandes estadios con la misma facilidad que los de fútbol, aunque detrás del confeti y el dinero hay mucho esfuerzo.

"Mi madre no tiene ni idea de cómo funciona un ordenador, cuando le dije que quería ser jugador profesional de eSports no sabía lo que era, pero me apoyó desde el principio", explica en una entrevista con Efe Gabriël Rau, más conocido como Bwipo -todos los jugadores de deportes electrónicos tienen un apodo-.

El apoyo de su familia fue fundamental para lograr que ahora forme parte del Fnatic, uno de los equipos que juega la final europea de "League of Legends" -uno de los videojuegos con más seguimiento mundial- que se celebra este fin de semana en el Estadio de Vistalegre de Madrid y que participará en la final que se celebrará en Corea.

El año pasado el equipo ganador de este torneo se llevó 4,5 millones de dólares y se celebró en el Estadio Olímpico del Nido de Pekín ante los ojos de 90.000 personas en directo y 70 millones en internet.

Las cifras astronómicas que mueven este nuevo sector de los videojuegos va en aumento, la consultora especializada del sector Newzoo vaticina que este se facturen más de 900 millones de dólares.

"Desde que me dedico a los videojuegos de manera profesional me lo paso igual de bien pero al final de mes tengo un salario, lo cual es increíble", señala Bwipo.

El joven de 19 años vive en un piso junto al resto del equipo y dedica a entrenar entre 8 y 10 horas, aunque reconoce que no todas son sentado frente a la pantalla, también tiene sesiones dedicadas a estrategia con el entrenador y sus compañeros.

Le ha costado mucho esfuerzo llegar a donde está ahora, aunque la gente lo vea como algo fácil: "Hace falta mucho trabajo y esfuerzo para ser un jugador profesional de eSports, no solo tienes que alcanzar marcas importantes, sino labrarte una reputación entre el resto de jugadores", explica.

Eso solo se consigue después de muchas horas a solas jugando ante la pantalla: "Tienes que tener marcas buenas durante mucho tiempo, ser muy constante".

Dejó el instituto cuando tenía 16 años y le dijo a su madre que quería convertirse en jugador profesional, no le importaba seguir estudiando, pero sentía que no podía hacer las dos cosas a la vez bien, porque ambas requerían demasiado tiempo en conjunto.

"Cuanto más alto quieres llegar, más tiempo le tienes que dedicar y yo tenía la disciplina para hacer las dos cosas a la vez, le pedí que ella decidiera qué era mejor, yo no tenía ni idea, y me dijo que eligiera lo que me hiciera feliz", relata.

Se siente muy afortunado del apoyo de su familia, sin él no lo hubiera conseguido, porque le han tenido que ayudar económica y emocionalmente durante estos años. Ahora que tiene fama y dinero el futuro "es más brillante", pero los inicios fue "muy duro".

Aunque las cifras de los eSports siempre son de millones -en 2018 su audiencia alcanzará 165 millones de espectadores-, reconoce que es algo que puede ser desconocido para gran parte del público, aunque cree que eso cambiará.

"A lo mejor no todo el mundo sabrá de qué van, pero si conocerá su existencia", señala.

De lo que no está tan convencido es de que en algún momento sea reconocido como deporte olímpico, aunque por el momento sus promotores han conseguido que se incluyera en los Juegos Asiáticos -el equivalente de los Juegos Olímpicos- este verano: "Creo que no se convertirá, pero quién sabe".