Así lo indicó a EFE el doctor Antón Álvarez, coordinador del equipo médico del Centro de Investigación Biomédica EuroEspes, ubicado en la localidad gallega de Santa Marta de Babío (Bergondo), que llevará a cabo la investigación con el apoyo de seis instituciones alemanas y austríacas.

El experto en neurofarmacología, que dijo confiar en "un 90 por ciento en el éxito del tratamiento", apoyó su creencia en la aplicación de un nuevo método para combatir la acumulación de la proteína Beta-Amiloide en el cerebro, causante de la enfermedad.

Explicó que la vacuna se basa en el uso de "péptidos", fragmentos de esta proteína sintéticos, para que el sistema inmunológico cree anticuerpos que eliminen las formas modificadas de Beta-Amiloide.

En el proceso de la enfermedad, subrayó el doctor, la acción de una enzima provoca que la citada proteína se vuelva tóxica, que los restos empiecen a acumularse fuera de las células y que las neuronas se mueran, lo que produce un deterioro cognitivo y trastornos conductuales, entre ellos, la pérdida progresiva de la memoria.

El nuevo tratamiento, cuya administración se aplicaría mediante inyecciones, imita la parte tóxica de la proteína para que el organismo genere anticuerpos o defensas.

Álvarez recordó que el fracaso de otra vacuna, con la que se experimentó en el año 2000, se debió a la utilización de una proteína natural que fue causa, en algunos casos, de meningoencefalopatía o inflamación cerebral.

Confesó que la vacuna está planteada como un tratamiento que evite que la patología adquiera mayor relieve o, incluso, que se paralice su progresión, ya que, de momento, no es posible la curación porque las neuronas perdidas no pueden ser recuperadas.

El experto no descartó que la vacuna pueda tener un utilidad preventiva, tras el descubrimiento de técnicas como el PET -tomografía por emisión de positrones- que permiten visualizar incluso con veinte o treinta años de antelación la acumulación de Amiloide, junto con los adelantos genéticos que detecten la propensión a padecer la dolencia.

El consorcio que lleva a cabo la investigación se reunirá cada seis meses para poner en común los logros conseguidos; el último de ellos se celebró recientemente en la ciudad austríaca de Salzburgo.

El proceso, que durará tres años, no sólo incluye la fase preclínica de la vacuna y la práctica en animales, sino también su experimentación en humanos -pruebas que se realizarán en el plazo de dos años en el centro coruñés-, junto con los posteriores estudios de eficacia.

Unos veinticinco millones de personas en el mundo, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), y entre 600.000 y 800.000 en España, de acuerdo con la Confederación Española de Familiares y Cuidadores de Enfermos de Alzheimer y otras demencias (CEAFA), padecen esta patología.

El Alzheimer es una enfermedad neurodegenerativa, cuya causa se desconoce, que produce una demencia progresiva en la edad adulta y conduce a una incapacidad absoluta, y a la muerte, en un plazo generalmente inferior a veinte años.

Aunque no existe un tratamiento curativo del Alzheimer, la causa más frecuente de demencia en ancianos, en la actualidad hay dos fármacos como los anticolinesterásicos y memantina que reducen la velocidad del deterioro cognitivo y prolongan la capacidad funcional, lo que puede retrasar el momento del ingreso.

Cien años después de su descubrimiento, por el neurólogo alemán Alois Alzheimer, la enfermedad es la primera causa de demencia en los países desarrollados y los expertos vaticinan que se convertirá en la dolencia más importante del siglo XXI, por delante del sida, el cáncer y las dolencias cardiovasculares.