En un entorno económico de máxima incertidumbre, la rehabilitación eficaz del daño neurológico exige la colaboración necesaria entre la sanidad pública y las instituciones privadas especializadas. Una lesión cerebral cambia la vida. La vida del que la padece y la vida de los que le rodean y aman.

Es muy difícil hoy en día determinar el momento en que una lesión cerebral o neurológica va a ocurrir, por lo que la prevención, más allá de la eliminación de los hábitos nocivos que en algunos casos pueden dar lugar a una elevada tasa de riesgo, es, a priori, difícil de formular con exactitud. Nos puede tocar a cualquiera de nosotros.

Una vez que ocurre, la expectativa de recuperación depende de las áreas afectadas en el cerebro y la intensidad de la lesión. La parte que haya sido afectada determina los efectos a largo plazo. A menudo una lesión cerebral severa implica a varias áreas del cerebro dando como resultado múltiples incapacidades.

Las capacidades físicas, como la posibilidad de mantenerse en pie, caminar o la coordinación mano-ojo pueden quedar seriamente perjudicadas. Los cambios cognitivos pueden incluir problemas de memoria y lenguaje. La personalidad puede quedar trastornada también y el paciente puede perder sus inhibiciones naturales y el control del comportamiento. Los efectos de una lesión cerebral pueden ser extraordinariamente amplios y afectar a todas las áreas de la vida de una persona y requiriendo tratamiento médico y de rehabilitación extensivo.

Y una vez que ha ocurrido, es necesario actuar deprisa. La intervención terapéutica debe comenzar tan pronto como el paciente esté medicamente estable. Por lo general, cuando una lesión cerebral ocurre, hay una ventana de tiempo llamada periodo de recuperación espontánea. Es cuando el cerebro intenta recuperar y reparar las neuronas dañadas.

La rehabilitación ayuda a estimular el cerebro para 'entrenar' otras neuronas que tomen el puesto de las que han muerto. Muy a menudo la persona tiene que volver a aprender sus habilidades físicas y funcionales. A través de la rehabilitación multidisciplinar, el paciente aprende también a usar estrategias de adaptación y aplicar sus habilidades para solucionar los problemas que padece durante su recuperación. Como bien se puede comprender, el factor tiempo toma una importancia capital a la hora de mejorar las expectativas de recuperación de los pacientes y puede marcar la diferencia entre el éxito terapéutico y la secuela de por vida.

El tiempo es oro pero, ¿qué hacer cuando el oro escasea? En el contexto de crisis económica actual es necesario dejar a salvo el bien más importante a proteger en toda esta situación: el paciente y su vida son lo primero. Es bien sabido que el sistema médico sanitario público de España es uno de los más avanzados en cuanto a su capacitación técnica.

Pero también es sabido que nuestro sistema público es frágil en cuanto a su viabilidad, con unos costes de gestión elevados, una población cada vez más envejecida y unas restricciones económico presupuestarias cada vez mayores que pueden poner en riesgo la mejor esperanza de recuperación para los pacientes y, en el caso que nos ocupa, los pacientes de daño cerebral.

Es en este entorno donde la cooperación intensa entre la sanidad pública y las entidades sanitarias especializadas de gestión privada se hace, desde hace tiempo ya, imprescindible si queremos ofrecer una respuesta eficiente al accidente neurológico.

Es necesario reflexionar sobre lo que los pacientes necesitan de verdad, despojando su tratamiento y rehabilitación de todos los factores coyunturales (económicos, políticos, etc.) para enfocar con precisión quirúrgica el objetivo y los medios para conseguirlo. Todos estaremos de acuerdo en que el paciente y su familia son lo primero y por ello cualquier fórmula que permita mejorar la eficacia de los tratamientos debe ser analizada y adoptada con la mayor celeridad posible.

La sanidad, la salud, en general es un servicio público que debe estar controlado y regulado permanentemente por las Autoridades Sanitarias pero su gestión debe ser lo más eficiente posible, mucho más en las circunstancias actuales. Las soluciones no pueden esperar y ahí la colaboración público/ privada entendida y ejercida inteligentemente tiene mucho que hacer.

La entidades privadas especializadas y volcadas con el tratamiento del daño neurológico son, y serán cada vez más, la continuidad perfecta para la rehabilitación de los pacientes a un coste estructural notablemente inferior y con una focalización paciente a paciente en los objetivos, terapias y estrategias más adecuadas a cada caso. Hasta el final del tratamiento. Con los esfuerzos puestos en conseguir progresos significativos en sus funcionalidades físicas y cognitivas.

Pero la labor de algunas instituciones privadas como el Grupo Casaverde no termina ahí. A través de la Fundación Casaverde se están desarrollando proyectos de investigación sobre aspectos diversos de la rehabilitación neurológica que cubren desde la aplicación de la robótica a la rehabilitación asistida (proyecto AUPA), hasta la optimización de tratamientos individuales.

En una época de máxima complejidad de la vida es totalmente necesaria la máxima especialización. En una época de máxima tensión económica es necesaria la máxima eficiencia en el uso de los recursos disponibles. En una época de incertidumbre, es necesaria la mayor de las esperanzas apoyada por los mejores recursos disponibles.

Mar Ugarte Ozcoidi