El moño estresado, apretado, ahí arriba, hasta la coronilla; los niños que han hecho del sofá una colchoneta hinchable para saltar y tú, tú que no encuentras ni el momento, ni el lugar, ni la forma de colocar el portátil, atender esa llamada, tener la fiesta, y de paso la reunión, en paz. Establecer espacios diferenciados en casa quizás sea lo primero que hace por pura intuición todo aquel que empieza a teletrabajar. El orden de lo físico como camino clave para el equilibrio en lo no físico. Es solo uno de los ejemplos de cómo ese microespacio al que llamamos ‘hogar’ influye en nuestro estado anímico, una tendencia que ha cobrado especial intensidad con la crisis de la Covid-19.

“Algo que resultó súper significativo al principio del confinamiento de marzo fue el modo en el que todo el mundo empezó a recolocar su casa, a cambiar los muebles de sitio, a adaptar el espacio para poder llevar a cabo más actividades y sentirse a gusto. Funcionalidad y estética fueron de la mano en este proceso”, explica en este sentido la arquitecta Áurea Rodríguez Sánchez, que ejemplifica: “Hace poco, hablando con una empresa de plantas, el encargado me comentaba que nunca antes habían tenido tanto trabajo. De repente, nos acordamos del jardín, de la terraza. Incluso en los interiores, necesitamos sentirnos más cerca de la naturaleza”.

"El hogar cobra ahora ese matiz de pertenencia, de sentirse protegido frente al mundo"

En la misma línea se pronuncia Patricia Fernandez Martin, psicóloga del Hospital Universitario Ramón y Cajal de Madrid: “Esta crisis nos ha afectado a todos en menor o mayor medida, con un impacto directo en la forma en la que vivimos y el modo en el que nos comportamos. Nuestros pisos y casas han pasado de ser ese lugar en el que dormíamos para convertirse en un espacio en el que pasamos muchas horas. Ahora que necesitamos sentir pequeños puntos de tranquilidad en nuestra vida, zonas de anclaje, el hogar cobra ese matiz de pertenencia, de sentirse protegido frente al mundo”, describe y matiza para mostrar su “absoluto respeto” por los colectivos más vulnerables: “No ha de olvidarse nunca que el impacto de la pandemia en la salud mental de las personas ha sido muy variable en función de factores de riesgo como los recursos económicos, entre muchos otros, o la vulnerabilidad individual. Sobra decir que no es lo mismo pasar un confinamiento en un piso pequeño y sin luz, que en un lugar espacioso”, apunta.

"La ausencia de luz solar presenta una estrecha relación con el insomnio e, incluso, puede influir desfavorablemente en pacientes diagnosticados de depresión"

Luz, naturaleza y orden

Así es: el primero de los ejemplos que aporta la experta a la hora de pensar en el modo en el que una habitación puede llegar a influir en nuestro estado anímico es la exposición a la luz solar: “Fuimos muchos los psicólogos que insistimos a nuestros pacientes y entorno para que procurasen, en los casos en los que fuese posible, mantener ese contacto con la luz natural durante el confinamiento a través de ventanas y terrazas. La luz solar, de la que ha vuelto a hablarse mucho hace poco con motivo del cambio de hora, nos ayuda a procesar la vitamina D y resulta vital para que nuestro cuerpo se adapte. De hecho, su ausencia presenta una estrecha relación con el insomnio e, incluso, puede influir desfavorablemente en pacientes diagnosticados de depresión”.

“Por otro lado, hemos de prestar atención al orden. Más aún en el contexto actual, un lugar desorganizado y caótico nos vuelve más vulnerables, y puede convertirse en un estresor ambiental. Eso puede llegar a afectar a nuestro rendimiento y productividad, también en lo laboral. Por eso y de la misma forma que hemos de poner normas para la convivencia, el orden resulta también fundamental en el hogar. Un lugar armónico ordena nuestra mente, nos ayuda a priorizar, distinguir entre lo relevante y lo secundario”, expresa la doctora para dejar paso a Rodríguez Sánchez, que se ríe: “Yo misma, por ejemplo, recuerdo que me puse a limpiarlo y a ordenarlo todo como nunca antes había hecho”.

Color, línea, temperatura… y hasta objetos

Más allá de la luz natural, el orden o el tamaño de los espacios, cobran también importancia en nuestro hogar, y como si de una fotografía se tratase: el color, las formas, la temperatura...: “Existe una rama de estudio, la psicología del color, que se hace cargo de cómo nos afectan los colores: una habitación roja puede generar un cierto nervio en ti sin que tú seas consciente; el verde oscuro te calma...”, describe la experta, que habla también de otros elementos de diseño que se tienen muy en cuenta en esta línea: “El lugar en el que se colocan los puntos de calor, la iluminación, la temperatura de la luz, incluso el olor... Todo influye. Parámetros no físicos que afectan directamente a lo físico y a nuestro comportamiento dentro de la vivienda. A través de ellos, se trabajan los cinco sentidos para generar un clima cálido, familiar, de confort....”, dice y señala como ejemplo la forma en la que el arquitecto Alvar Aalto se sirvió de la luz y el espacio a principios del Siglo XX para construir el emblemático sanatorio finlandés.

“Se ha visto que incluso la decoración de nuestra casa puede tener un gran impacto en la forma en la que vivimos. Muchas personas, en esa reorganización del hogar, rescataron objetos e imágenes con significado emocional para aumentar esa sensación de bienestar. Lo hemos vivido durante estos meses quienes trabajamos en un hospital: como esos pacientes a los que se les restringieron las visitas por seguridad frente a la Covid-19, pedían fotografías para sentirse arropados, cerca de sus personas de referencia”, completa Fernandez Martin, que se despide: “Por esos pacientes, por los profesionales que les atienden y por el enorme esfuerzo colectivo que está haciendo gran parte de la sociedad española, debemos centrarnos en proteger la salud propia y ajena. Nuestro hogar puede ayudarnos a que este periodo sea más llevadero, como también lo harán ciertos hábitos sencillos: Establezcamos normas de convivencia, fijémonos una rutina que nos mantenga ocupados, no nos olvidemos de la actividad física y deportiva, y dediquemos también una parte del día a practicar la relajación y fijar pequeños objetivos realistas durante nuestro día a día”.