Las lesiones cerebrales traumáticas graves que se producen en la infancia, entre los 3 y los 7 años aproximadamente, pueden estar relacionadas con un mayor riesgo de trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), que no aparecería hasta varios años después, según sugiere un estudio realizado en el Hospital Infantil de Cincinnati (Estados Unidos), y publicado en varios medios de comunicación estadounidenses.

Según la doctora Megan Narad, del Centro Médico del Hospital Infantil de Cincinnati, y sus colegas en JAMA Pediatrics, los niños muy pequeños que padecieron una lesión cerebral traumática grave tienen 3.6 veces más probabilidades que el resto de desarrollar TDAH secundario hasta 6.8 años después de lesionarse. "Los niños con antecedentes de lesiones cerebrales traumáticas, incluso aquellos con lesiones menos graves, tienen un mayor riesgo de desarrollar nuevos problemas de atención, posiblemente muchos años después de la lesión", dijo Narad.

"Si bien estudios previos sugieren que los niños con antecedentes de lesiones cerebrales traumáticas corren el riesgo de desarrollar problemas de atención, solo siguieron a los niños de 2 a 3 años después de la lesión", apuntó la especialista estadounidense al portal MedPage Today. "Nuestro estudio es único porque seguimos a los niños de 7 a 10 años después de su lesión y demostramos que algunos niños desarrollan problemas de atención muchos años después de la misma", subrayó.

Cada año, las lesiones cerebrales traumáticas envían a más de un millón de niños, adolescentes y adultos jóvenes las urgencias de Estados Unidos. El TDAH secundario es común en niños con antecedentes por estas lesiones; la prevalencia es de alrededor del 20% y los factores de riesgo no se comprenden bien.

Para este estudio, los investigadores estudiaron a 187 niños de entre 3 y 7 años que pasaron una noche hospitalizados por este tipo de lesiones o bien por lesiones ortopédicas en cuatro hospitales del estado de Ohio (EE UU) desde enero de 2003 a junio de 2008. Los niños en el grupo de control habían sufrido una fractura ósea (excepto fractura de cráneo) y no tenían signos o síntomas de lesión cerebral.

Los niños no tenían TDAH antes de la lesión. Su edad promedio fue de 5.1 años; aproximadamente el 58% eran hombres, y el 27% eran de raza o etnia no blanca. Los padres completaron las evaluaciones al inicio del estudio (0-3 meses), y a los 6 meses, 12 meses, 18 meses, 3.4 años y 6.8 años después de la lesión.

La lesión cerebral traumática severa se definió como una puntuación de 8 o menor en la escala de coma de Glasgow, moderada con una puntuación de 9 a 12 en dicha escala y leve con una puntuación de 13 a 15, con signos anormales en escáneres cerebrales.

De 187 niños, el 25.7% se ajustó a la definición de TDAH secundario. En todo el espectro de la gravedad de las lesiones cerebrales, el riesgo de TDAH secundario aumentó: en comparación con el grupo control, los niños con lesión cerebral traumática grave demostraron una relación de riesgo de 3.6). Aunque el riesgo de TDAH secundario en niños que experimentaron TCE leve y moderada complicada no alcanzó el umbral de significación estadística, todos los grupos con lesión traumática cerebral severa demostraron casi el doble del riesgo de TDAH en comparación con los controles.

Mientras que la mayoría de los niños que desarrollaron TDAH secundario después de una lesión cerebral traumática severa lo hicieron dentro de los 18 meses posteriores a la lesión, una porción de aquellos con lesión leve y moderada demostraron una nueva aparición de TDAH varios años después.

Algunos de estos niños pueden haber tenido problemas relativamente sutiles a edades más tempranas, según señaló el doctor Robert Asarnow, de la Universidad de California, que no participó en el estudio. Los problemas podrían no haber sido obvios a muy temprana edad, pero "a medida que el colegio y la vida se vuelven más exigentes, estos niños tienen cada vez más dificultades para responder", explicó a MedPage Today.

Los investigadores observaron que los niveles más altos de educación materna se asociaron con un menor riesgo de TDAH secundario. Y aunque la disfunción familiar tuvo una asociación mínima con el TDAH secundario en el grupo de control tuvo una fuerte asociación en el grupo con lesión cerebral traumática grave.

Los efectos de la lesión de un niño y cómo responde una familia pueden ser bidireccionales, señaló Asarnow. "Que un niño sufra una lesión cerebral significativa es un suceso traumático para una familia", dijo. "Y si ese niño llega a desarrollar TDAH, puede ser difícil de manejar. Si la familia no se llevaba bien antes de la lesión, las cosas pueden empeorar, funciona en ambos sentidos".

Esta investigación muestra que los médicos deben observar la respuesta de la familia después de que un niño se lesione y posiblemente remitir a los padres a profesionales de salud mental que pueden ayudar a la familia a enfrentarse a las dificultades de manejar a un niño que se desarrolló normalmente y ahora es diferente, agregó Asarnow.

Los médicos deben decirles a las familias que los problemas de atención pueden desarrollarse varios años después de la TBI, dijo la doctora Megan Narad. "También es importante que los proveedores clínicos estén atentos a este riesgo potencial, por lo que los tratamientos adecuados podrían llevarse a cabo oportunamente".