El bruxismo es el nombre que recibe el hábito involuntario de rechinar los dientes o apretar fuertemente las mandíbulas y que en muchos casos se desencadena durante el sueño. Hoy es un término casi de moda, por el aumento de casos en las consultas médicas, y tiene casi siempre una explicación: la ansiedad o el estrés del estilo de vida moderno.

Como explica el psicólogo e investigador de la Universidad de Murcia Pablo José Olivares, el bruxismo puede aparecer por dos causas diferentes, una biológica y otra psicológica. El primer caso, estudiado por la medicina, se produce cuando las neuronas encargadas del control motor se ven dañadas, como ocurre por ejemplo en pacientes con Alzheimer. En el segundo supuesto participan variables como el estrés y la ansiedad, por lo que es la psicología la que se encarga de su estudio y tratamiento.

Apretar o rechinar los dientes de esta forma causa un desgaste prematuro de las piezas, en primer lugar de su esmalte, y sobrecarga los tejidos que la soportan. Las consecuencias no se manifiestan de la misma forma en todas las personas que lo sufren, pero pueden aparecer como problemas de hipersensibilidad a los alimentos fríos o calientes, de alineación de los dientes o como fuertes dolores faciales, en la mandíbula o los oídos. Son habitualmente signos subjetivos que alertan sobre la raíz del problema.

Los síntomas pueden afectar incluso a la calidad de vida de los pacientes. En casos más graves de bruxismo, los dientes pueden sufrir daños importantes y es necesario rehabilitar las piezas.

Los médicos aconsejan en primer lugar usar una férula de descarga, especialmente para prevenir los daños en los dientes durante la noche. Se trata de un molde de la propia dentadura elaborada en un material de plástico específico que impide la fricción de las piezas superiores con las inferiores. La férula no deja de ser, en todo caso, un tratamiento paliativo, ya que no ataca la raíz del problema.

En situaciones de estrés o la ansiedad, el bruxismo aparece como un patrón de respuesta muscular a un contexto que el afectado experimenta como hostil, una conducta que puede convertirse en un hábito incluso cuando los factores estresantes desaparecen, según explica Olivares. Es ahí donde el problema puede cobrar una dimensión mayor y ocasionar problemas de salud.

En estos casos, el tratamiento debe enfocarse con un especialista en los problemas psicológicos que lo originan. Aquí juegan un papel clave las técnicas antiestrés y de relajación que puede prescribir un psicólogo. Cuando estos tratamientos se combinan con métodos que permiten a los pacientes visualizar a la vez la fuerza que aplican en los músculos de su mandíbula, los resultados mejoran sensiblemente, como destaca Olivares.

Lo que parece claro es que el estilo de vida moderno, en un contexto de competitividad y estrés, está detrás del incremento de estos casos en las consultas médicas.