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El tabaco no se va de vacaciones

Cada día fallecen diez personas por enfermedades derivadas del hábito de fumar en Galicia - Dejarlo en verano resulta más difícil al estar en la calle y tener tiempo libre

Una mujer fuma un cigarrillo. //Reuters

Dejar de fumar solo depende de una decisión. Y tiene que ser tomada por el fumador, única y exclusivamente. Quizá por eso sea tan difícil, porque es una convicción personal. Para facilitar el proceso, los expertos recomienden involucrar a otros en la decisión.

"Si no tiene la decisión de dejar de fumar, el fumador en vacaciones no suele tomarla. Es muy habitual que los fumadores adopten esta idea cuando empieza el año o al terminar el curso. En medio del verano no es que sea más difícil, pero no se lo plantean. En todo caso, la persona que ha tomado la decisión de forma determinante lo deja en la época que sea, no influye el tiempo", explica Xulio Castañal, médico de familia en Gondomar y excoordinador del Grupo de Abordaxe ao Tabaquismo da Asociación Galega de Medicina Familiar e Comunitaria. Estar más tiempo en la calle, no tener una rutina tan marcada y el hecho de que ahora no se pueda fumar en los bares pero sí en las terrazas son factores que no ayudan a que los fumadores se planteen abandonar el hábito en verano.

Los que son fumadores sociales, así como los bebedores sociales, en verano probablemente aumentan el consumo. Pero son dependencias distintas. "Hay pocos dependientes en realidad del alcohol, son bebedores habituales que pueden estar una semana entera sin beber (si no son ya alcohólicos) pero en el caso de los fumadores habituales esto no ocurre si no toman la decisión definitiva de dejar de fumar", apunta Castañal.

La media del éxito para que alguien se convierta en exfumador está entre tres y siete intentos. Los expertos en tabaquismo dejan claro que las recaídas son una parte frecuente del proceso y que hay que normalizarlas para no desanimar a quienes dan el paso.

"Una persona que quiere dejar de fumar pasa de ser 'precontemplativa', que no tiene ninguna contradicción y no se le pasa por la cabeza dejarlo. Después, cuando empieza a ver que ese hábito le puede causar problemas de salud, económicos o en su entorno más íntimo, pasa a ser 'contemplativa', tiene la intención de dejar de fumar pero no tomó la decisión en firme. Una vez que se toma la decisión se dice que está 'preparado para la acción', entonces decide si hacerlo solo o pedir ayuda de un profesional", cuenta. Se sabe que los que piden ayuda -siguen un tratamiento farmacológico y una terapia psicológica- tienen un mayor porcentaje de éxito pero hay un déficit importante de formación en el abordaje del tabaquismo por parte de los profesionales sanitarios. "No nos lo enseñaron en la carrera, tampoco hay cursos ni incentivos. La administración sanitaria no pone en valor el hecho de ayudar a la gente a dejar de fumar", asegura Castañal. Faltan recursos y se sobrecarga con esta tarea a los médicos de familia del Sergas. En Cataluña, por ejemplo, tienen consultas específicas con expertos en tabaquismo en algunos centros de salud.

El tabaquismo es el factor de riesgo prevenible que causa más muertes en España y en Galicia. Según advierte Castañal, cada día en Galicia mueren diez personas por una enfermedad relacionada directamente con el tabaco: un cáncer de pulmón, de esófago o de estómago, una enfermedad pulmonar obstructiva crónica... "Una de cada dos personas que empiece a fumar en la adolescencia y continúe fumando toda su vida muere prematuramente por fumar", afirma.

Querer dejar de fumar solo se consigue si existe una convicción de que de alguna forma, si rompes esa dependencia, vas a ser más feliz. Involucrar a otros en el proceso y el apoyo de los que ya no fuman es esencial para cuando vuelven las ganas de coger un cigarrillo durante el proceso, que según Castañal "son como una ola, vienen y van, con un término medio de noventa segundos". Para lograrlo lo primero es establecer un "día D" y cumplirlo. "Así es como lo haces sin esfuerzo, sin que sea un castigo", añade. Es una decisión personal en la que influyen multitud de factores para la que es clave "desnormalizar" el hecho de fumar, algo que se ha conseguido en pocos años con las leyes que regulan los espacios habilitados para ello y la publicidad.

El atractivo estético del cigarrillo sigue presente aunque se haya limitado su uso publicitario. Las tabacaleras patrocinan películas y series para introducir el tabaco en determinadas escenas. Castañal recuerda la batalla contra los anuncios explícitos y afirma que el último reducto de publicidad directa que queda son las cajetillas. La asociación visual es un factor decisivo sobre todo en la adolescencia. "Se identifican desde lejos sin necesidad de leer la marca, lo que pedimos es introducir la cajetilla neutra -utilizada en Australia, donde se redujo la tasa de tabaquismo en tres puntos- que son por fuera todas iguales, con la letra del mismo molde y tamaño", manifiesta.

El precio del tabaco es uno de los efectos disuasorios más efectivos. En España el precio (entre cuatro y cinco euros) todavía no alcanza los niveles de países como el Reino Unido, donde una cajetilla está entorno a los doce euros. Castañal desmiente que el tabaco de liar sea más sano, "solo es más barato, un reclamo para que la gente comience o siga fumando".

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Xulio Castañal - Médico, experto en tabaquismo

"La administración no pone en valor el hecho de ayudar a la gente a dejar de fumar"

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