Encontrarse al hijo de un vecino a punto de inyectarse heroína dispara todas las alarmas, pero pillarlo con un porro casi no escandaliza a nadie. Esta permisividad social hacia el cannabis es la que, según los expertos, provoca que ya sea la droga ilegal de mayor consumo entre los adolescentes españoles y que cada vez esté más banalizada. La última Encuesta Estatal sobre Uso de Drogas en Enseñanzas Secundarias (Estudes), publicada hace unas semanas por el Gobierno, revela que uno de cada cuatro jóvenes de 14 a 18 años consumió cannabis durante el último año y que la mayoría considera más peligroso fumar tabaco que marihuana. "El problema es que, a nivel social, no se ve tan grave que un chico fume porros, no hay conciencia de los riesgos que tiene para la salud", advierte Maite Lage, psicóloca de la Asociación Ciudadana de Lucha Contra la Droga de A Coruña (Aclad), donde ya atienden a chavales desde los 13 años por consumo de esta sustancia.

A la permisividad social, se unen los falsos mitos sobre el cannabis que calan entre los más jóvenes. "Lo primero que te dicen al llegar aquí es que es algo natural, ya que viene de una planta, que tiene un uso terapéutico para algunas enfermedades, que el tabaco es más cancerígeno y que el cannabis no es adictivo", señala Maite Lage. Todo falsas leyendas urbanas. "Claro que viene de un planta, pero tiene THC, una sustancia que altera ciertas funciones del cerebro; alegar un uso terapéutico no sirve porque también hay medicamentos con opio que no se pueden consumir sin prescripción médica; fumar cannabis supone que inhales también humo, con lo cual también es cancerígeno y es una sustancia que causa una adicción similar a la de cualquier otra droga", resalta.

Los efectos del consumo de marihuana, alertan los especialistas, no son para tomárselos a la ligera, sobre todo cuando la edad de inicio se sitúa ya en los 14,9 años. "El problema es la sustancia THC que contiene el cannabis y que se adhiere a las partes adiposas del organismo, como por ejemplo el cerebro, algo especialmente peligroso teniendo en cuenta que en chavales de 14 o 15 años todavía no ha finalizado la maduración de este órgano", señala la psicóloga Maite Lage, quien alerta de que, a corto plazo, el consumo de cannabis produce "alteraciones en la concentración, problemas de memoria o falta de coordinación o atención para conducir".

Unos efectos que a la larga se notan en el rendimiento escolar de los chavales. El informe Estudes revela que la tasa de repetidores casi se duplica entre quienes fuman cannabis (44%) y los que no (27,9%). Lo mismo ocurre a la hora de analizar las notas. Un 13,5% de quienes fumaron maría durante el último mes suspenden, frente al 6,3% de quienes no consumen. En el lado contrario, la tasa de buenas notas es mayor entre quienes no fuman: un 41%, frente a 26%.

Pero, ¿cuánto hace falta consumir para notar consecuencias en la salud? Basta con fumar todos los fines de semana. "Es una sustancia que tardas casi una semana en eliminarla del organismo y si hay un consumo de todos los fines de semana, se acumula", indica Lage, quien alerta de que los efectos del cannabis se complican cuando ya existe una dependencia y un consumo más habitual. "Está demostrado científicamente que cuando se fuma de manera habitual y una persona ya tenía cierta predisposición a sufrir trastornos psiquiátricos como psicosis o depresión, el cannabis ayuda a que estos problemas afloren. Y cuando una persona ya padece alguna enfermedad psicológica, el cannabis agudiza los síntomas", indica esta psicóloga de Aclad.

El consumo de esta droga es cada vez más habitual. Uno de cada tres españoles de 14 a 18 años la ha probado en alguna ocasión, un 10,5% de los niños de catorce la consumió en el último año, un porcentaje que asciende al 26,4% entre los de 16 años y al 38,4% entre quienes tienen 18. Los últimos datos del Ministerio de Sanidad revelan que un 2,7% de chavales fuma cannabis a diario y que un 16,1% realiza consumo de riesgo.

Los expertos alertan de que como droga que es el cannabis es adictivo. "Prueba de ello es que cuando le pides que lo dejen no pueden y aparecen cuadros de ansiedad", indica Lage, quien señala que para ser dependiente no hace falta fumar todos los días -basta con dos o tres veces a la semana durante más de un año-. "La clave es cuando no puedes dejarlo y aparecen alteraciones como faltar al trabajo o consecuencias orgánicas", indica.

Sanciones y desintoxicación

No son muchos quienes acuden por propia voluntad a desintoxicarse ya que las familias tardan en ver el problema. "Es una droga que suele consumirse junto al alcohol o el tabaco y sus efectos visibles (ojos rojos, voz pastosa) pueden confundirse con las consecuencias de beber", señala Lage. Los expertos lo tienen claro: el cannabis es una droga, no puede banalizarse.

Algunas sanciones por tenencia de marihuana pueden sustituirse por acudir a tratamiento de desintoxicación. Es la opción que lleva a la mayoría de chavales de 13 a 16 años hasta la Asociación Ciudadana de Lucha contra la Droga de A Coruña. "Es una buena fórmula porque, de este modo, la familia se entera y los adolescentes llegan aquí, donde les damos un tratamiento más bien preventivo", indica ", indica Maite Lage, una de las psicólogas del centro.

Los menores de edad ya representan el 5% de pacientes que acuden a la Aclad para dejar su adicción a las drogas. Casi todos llegan para abandonar el consumo de cannabis. "Tenemos casos desde los 13 años, aunque la mayoría no llegan concienciados para dejarlo sino para evitar las multas que les imponen por tenencia de cannabis", señala Lage

A esas edades, "cuando el consumo todavía es experimental", apunta, la asociación nota un repunte de casos entre niñas. "Sin embargo, a edades adultas, los hombres son mayoría", indica Lage, quien reconoce que son pocos los mayores de edad que llegan para deshabituarse sólo de los porros. "Lo normal es que haya policonsumo", dice.