El país más poderoso de la Tierra se arrodilla una y otra vez ante la arbitraria fuerza de la naturaleza. Las imágenes de destrucción y desorden que dejó el tornado de Oklahoma contrastan con el número limitado de muertes si lo comparamos con las que ocurrieron con la simple caída de un edificio en Bangladesh. Allí la causa fue la naturaleza humana, ávida de rentas. Mirando las fotografías de Oklahoma no pude dejar de fijarme en el aspecto de las personas, ya con ropa de verano, muchas, especialmente mujeres, con sobrepeso notable.

Me confirma que en las zonas rurales del medio Oeste y del llamado ´sur profundo´ hay mucha afición por la ´comida basura´, sobre todo entre las clases medias-bajas; esa comida muy palatable, un poco adictiva, con muchas calorías y poco precio. Comen a todas horas, derribada y a la autoestima. Desde hace tiempo se busca una explicación genética para la obesidad. Es lógico: se observa una cierta tendencia al sobrepeso en las familias. Pareciera que esa fatalidad nos puede exculpar, limitar nuestra responsabilidad.

Se ha encontrado una serie de genes que se manifiestan más frecuentemente en los obesos, incluso algunos apuntan hacia una diferenciación por sexo: la mutación del gen FTO se asocia a ganancia de peso en varones, mientras la variación en el gen de la matriz de metaloproteinasa-2 (MMP2) predice la obesidad en mujeres. Apunto los nombres por si los ven escritos en otros lugares.

La obesidad siempre tiene el mismo mecanismo: se ingresan más calorías que las que se gastan y el sobrante se almacena. La mayoría en forma de grasa, algo como glucógeno. Esto es así, se ha demostrado en cámaras metabólicas y está de acuerdo con las teorías físicas que explican nuestro mundo. Mientras la eficiencia energética, es decir, el aprovechamiento de la energía en el proceso metabólico es prácticamente idéntico entre individuos, no lo es la eficiencia mecánica y puede haber variaciones en la absorción de alimentos.

Hay personas que gastan menos energía para hacer el mismo trabajo porque aprovechan mejor la que se acumula en los tejidos, especialmente los tendones, y mueven las palancas con más eficiencia. Se puede ver en los jugadores de tenis o de golf. Los mejores dejan que sus brazos fluyan, mientras los principiantes realizan todo el movimiento con los músculos contraídos. No sólo los primeros lanzan la bola más lejos, pues ahí la velocidad en el momento del impacto es fundamental, sino que gastan menos.

Las diferencias entre sexos en obesidad tienen que ver con cómo se almacena la grasa, no con la eficiencia energética. Es una cuestión hormonal. Las mujeres tienen tendencia a acumularla en las caderas y los hombres, en la barriga. Quizás esos genes mencionados estén implicados en las diferencias hormonales. Lo que sí sabemos es que la grasa abdominal, que señala una mayor acumulación de tejido adiposo alrededor de las vísceras, se asocia a problemas cardiovasculares, diabetes e incluso a cáncer. Ésa es una de las razones por las que las mujeres tienen menos riesgo de esas enfermedades, antes de la menopausia, que los hombres.

Desde luego, la causa más importante de las diferencias entre hombres y mujeres se encuentra en el estilo de vida: los hombres, hasta la fecha, han fumado más, bebido más, comido más carne y además, han estado expuestos a riesgos laborales que influyen en estas enfermedades. Como es una cuestión hormonal, en la menopausia las mujeres cambian su perfil, de manera que muchas empiezan a perder peso en las nalgas y las caderas mientras lo acumulan en el vientre. A la vez, su riesgo cardiovascular aumenta y se manifiesta la diabetes.

Está muy bien investigar las variaciones genéticas que pueden ayudar a explicar algunos comportamientos. Señalan tendencias, inclinaciones o predisposiciones. Hasta ahora simplemente se ve que esos genes están mutados con el doble de frecuencia en los obesos. Es decir, no es que no lo estén en los delgados, es que lo están la mitad de las veces. Tampoco sabemos qué diablos hacen, ¿acaso tienen que ver con la tendencia a la quietud, a ser una persona de sofá?, ¿tienen que ver con una mayor predisposición a refrenar el centro de la saciedad? No me importa, porque eso no lo podremos modificar. Bueno, no sé si se intentará, una vez demostrado que esos genes influyen, encontrar medicamentos dirigidos a esas dianas.

No cabe duda de que la causa de la obesidad es fundamentalmente ambiental. Depende de nuestro comportamiento. Se puede culpar al medio, que empuja a elegir conductas poco saludables. La sociedad tiene que facilitarlas mejores elecciones, ése es el papel del Gobierno, porque excede al sistema sanitario y al departamento de Salud Pública. Las políticas de incentivar la dieta saludable a la vez que se tasa la poco saludable están cada vez más apoyadas. Pero no se puede eludirla responsabilidad del individuo.