No hay un día en el que un blog de internet, un anuncio en televisión o un prestigioso médico no publicite una nueva dieta milagro. Al interés que la sociedad tiene por la belleza y la delgadez se suma además el que ya existía por la prevención de ciertas enfermedades mediante la alimentación. Tanto unos como otros contribuyen a la creación de mitos y tópicos sobre ciertos alimentos comunes a nuestra dieta que no tienen base científica alguna pero que están en nuestro subconsciente.

"Todo el mundo parece que sabe de cocina porque cada día se hace de comer. Y cada uno tiene sus trucos. El problema son las generalizaciones", asegura Leticia Lozano, dietista-nutricionista de la USP Palmaplanas. Por eso, hacer caso al refranero común que afirma con rotundidad que "una manzana cada día, el médico te ahorraría" o "ajo, cebolla y limón, y deja la inyección" es tan burdo como falso asegurar que tomar fruta como postre engorda y que los productos light son más sanos y ayudan a adelgazar.

Uno de los tópicos más extendidos y con el que se enfrenta diariamente Leticia Lozano en su consulta es el de que los hidratos de carbono (pasta, arroz, pan, legumbres, patatas...) por la noche son malos. "Es falso, lo único que nos hace coger peso es excedernos de nuestras necesidades energéticas diariasjavascript:cargarFckEditor('pTexto');". Probablemente, un plato de pasta para cenar sea demasiado, pero se pueden utilizar como guarnición, explica la nutricionista que, facilita varias recetas: combinar pescado al horno con verduras y una patatita; o un trozo de coca de trampó con una pechuga y ensalada; una minestrone con pasta y una tortilla de calabacín o unas verduras a la plancha con una hamburguesa de legumbre.

"Además -incide-, los hidratos de carbono complejos reducen los niveles de ansiedad, con lo que si los eliminamos, ésta aumentaría. Así que se pueden consumir incluso cuando se pretende perder peso, sólo hay que controlar las raciones", señala Lozano.

Otro de los grandes mitos que no tiene sustento pues el agua es un alimento que no aporta calorías, por lo tanto no engorda, "ya se tome antes, durante o después de comer", indica Leticia Lozano.

En torno a la ingesta de agua también existen muchas teorías que van sobre si lo recomendable es beber dos litros de agua al día o si es mejor tomar un gran vaso de agua en ayunas para limpiar el estómago. "El agua es necesaria para vivir porque hidrata nuestro cuerpo, transporta ciertos nutrientes y es el medio donde se realizan las reacciones químicas de nuestro metabolismo. Ahora bien, lo de los dos litros es relativo pues, si se lleva una dieta saludable y se consumen las cantidades adecuadas de frutas y verduras, éstas ya aportan líquido, así que se puede beber algo menos", explica la nutricionista de la USP Palmaplanas.

"También se habla de que si se toma un vaso de leche junto a un cítrico ésta se corta. La verdad es que no me consta que dicha afirmación tenga justificación", asegura esta especialista en nutrición. Sin embargo, podría tener alguna lógica. "La leche hace que la absorción de las vitaminas sea más lenta, por eso se recomienda tomar el zumo de frutas en ayunas, pero al final todo se acabará mezclando en el estómago, así que es más importante comer de todo que el orden en el que se haga", cuenta Lozano.

También es habitual que la gente que no consume leche justifique que, tras la lactancia, ningún mamífero lo hace. "No pasa nada si no bebemos leche siempre y cuando compensemos el aporte de calcio haciendo una selección correcta de alimentos que lo contenga. Y si se bebe leche, mejor que sea ecológica porque las vacas que pastan producen leche con un mejor equilibrio de ácidos grasos".

Volvemos, tal y como asegura Leticia Lozano, a lo de siempre. "El aporte energético no interfiere en el orden en que se ingieren los alimentos sino en los alimentos que se eligen y su cantidad". Así que sí que se puede consumir una pieza de fruta como postre sin miedo a engordar. "Es verdad que por su efecto saciante, en una dieta para perder peso las utilizamos para comer entre horas, pero no es que nos hagan adelgazar de por sí".

También en torno a las frutas existe una creencia muy extendida y que tampoco es cierta: la de que los plátanos no son aptos para los diabéticos. "Todas las frutas y alimentos naturales, las legumbres, el arroz, verduras, pan, aceite son aptos para estos pacientes. Lo que deben controlar son las raciones". Y pone como ejemplo que un ración diabética recomendada equivale a consumir 150 gramos de melón, sandía o fresas; 100 gramos de manzana, pera o melocotón, o 50 gramos de plátano, uvas o higo.

Cuando los especialistas recomiendan no consumir a la semana más de cuatro huevos es, simplemente, "porque nos estaríamos quitando de consumir otro alimento y no haríamos una dieta variada". Lo que aumenta el colesterol son las grasas saturadas, que también están en las carnes, los lácteos enteros y la bollería. "Si tenemos un nivel de colesterol alto es porque abusamos, no solo de los huevos, sino de las grasas y las frituras, ingerimos poco pescado y fibra y, además, hacemos una vida sedentaria, poco activa".

Sí, pero con matices. Los garbanzos y las alubias también son una buena fuente de hierro al igual que los alimentos proteicos de origen animal como la carne, el pescado o los huevos. "Si hacemos la combinación perfecta podríamos reducir nuestra ingesta de carne, que excesiva en la sociedad actual". El problema de las legumbres es que carecen de aminoácidos azufrados, de ahí que sea necesario complementarlas con un cereal: Para ello, Leticia Lozano recomienda consumir lentejas con arroz, garbanzos con cuscús y alubias o fríjoles con maíz, todo en forma de potaje o salteado, y siempre combinado con verduras.

"Lo de las lentejas con chorizo es más un tema culinario o de gustos que una necesidad nutricional porque lo único que aporta es grasa saturada". Recomienda además acompañar las legumbres con una ensalada aliñada con aceite y limón y, de postre, una fruta rica en vitamina C (naranja, mandarinas, fresas, kiwi) ya que ayudan a absorber el hierro de origen vegetal.

Según la especialista que nos ayuda a cazar los mitos alimentarios de la actualidad, "pueden tener un aporte ligerísimamente inferior al refinado, pero nada significativo". Lo que si destaca Lozano es que los integrales son más nutritivos ya que aportan más vitaminas y minerales porque no se les ha retirado el germen y poseen fibra ya que mantienen el salvado. "Y ésta tiene un poder saciante muy importante, por lo que puede ayudarnos en la pérdida de peso".

Otra creencia falsa. Lo ideal sería acudir todos los días al mercado y comprar justo lo que se va a consumir ese día, pero esto es imposible por el ritmo de vida actual. "Cuanto más tiempo esté un alimento en la nevera más propiedades perderá. Por eso yo soy de las que recomienda consumir productos congelados como la verdura o el pescado. Lo fresco y natural no es necesariamente mejor. Entre el brócoli fresco y el ultracongelado, por ejemplo, no hay diferencias".

Es cierto que hay algunos productos que influyen en nuestras hormonas. Un ejemplo son las isoflavonas de la soja, que juegan un rol beneficioso en la obesidad y la diabetes y son recomendables en la etapa de la menopausia de la mujer. "Pero en la mayoría de casos no es más que un placebo". Así que ni las ostras son afrodisiacas ni las bayas de Acai, por ejemplo, son un perfecto antiinflamatorio.

"Una dieta equilibrada es lo mejor para mantener activo nuestro sistema inmunitario". Sobre si es bueno o no consumir probióticos para el sistema inmune (bacterias vivas de uso alimentario, como las que encontramos en todos los productos lácteos), Lozano asegura que es un asunto "controvertido": "Aunque consumir yogures si está dentro de una dieta equilibrada, generalmente las marcas exageran las propiedades de sus productos. No son milagrosos".

"Cuando alguien inicia una dieta sin supervisión médica lo primero que elimina es el pan y esto es un grave error". Se trata de un alimento indispensable en nuestra base alimentaria que aporta hidratos de carbono complejos. Como siempre, lo que marca qué engorda y qué no es el consumo excesivo.

Y algo aún más importante y básico: no saltarse ninguna comida pues "altera nuestro metabolismo y hace que lleguemos a la siguiente comida con mucha más hambre y ansiedad". Está científicamente demostrado, además, que los niños que no desayunan son los que sufren un mayor sobrepeso -es no es ningún mito, en absoluto-. "Actualmente, la pirámide de ingesta está totalmente invertida".

Así que, en este caso, sí hay que hacer mucho caso a uno de los dichos populares como aquellos con los que comenzamos el artículo, el que dice: "Desayuna como un rey, almuerza como un príncipe y cena como un mendigo".