La kriptonita de las mascotas que ha llegado sin avisar
Las orugas procesionarias, más propias de la primavera, adelantan su presencia por el cambio climático

Oruga procesionaria del pino. / EFE
M. C.
Cada año, la llegada del buen tiempo despierta a las orugas procesionarias, que descienden de los árboles en busca de un lugar para enterrarse y completar su ciclo vital, sin embargo, su presencia no es solo un problema para los pinares, sino que supone un riesgo para la salud de las personas y, sobre todo, para los animales a los que puede llegar a matar.
En los últimos años, el ciclo vital de esta larva ha ido mudando, según los expertos, como consecuencia del cambio climático. En verano, las mariposas se desarrollan y se aparean. Posteriormente, la hembra pone los huevos en los árboles y entre unos treinta o cuarenta días después nacen las orugas. Esto suele ser en los meses de septiembre y octubre. Permanecen en los nidos de seda, donde pasan todo el invierno. Cuando empieza a llegar el calor, normalmente a primeros de abril, las orugas descienden al suelo.
Sin embargo, a finales de enero de este año ya se han visto algunos ejemplares de este insecto, y es que, debido al calor y a la falta de lluvias, su aparición se ha adelantado, de ahí que a estas alturas del año sea ya común su presencia.
La Guardia Civil ha publicado recientemente un vídeo en sus redes sociales, advirtiendo del peligro que estas orugas representan para las mascotas, al estar cubiertas de miles de pelos urticantes. Estos, al desprenderse, flotan en el aire y provocan reacciones alérgicas, urticaria, irritación en los ojos e incluso problemas respiratorios graves, tanto por el contacto directo como por su dispersión a través del viento en un amplio radio, siendo una amenaza invisible para sus víctimas.
«Ten mucho cuidado si paseas con tu perro y ves una oruga procesionaria. Este insecto tiene unos pelos urticantes que les pueden provocar una reacción muy grave. Extrema las precauciones durante vuestros paseos. Y si entra en contacto, actúa rápidamente. Llévale al veterinario y evita que se lama».
Son las advertencias de la agente que protagoniza este vídeo, en el que muestra una oruga que se desplaza sobre las hojas de un matorral, un peligro tóxico y mortal para nuestras mascotas que, de entrar en contacto con las procesionarias, tendrían estos síntomas: inflamación en diferentes partes de la cara, como la boca y párpados, aumento de salivación, dificultad para respirar, vómitos, hipertermia y necrosis en la lengua.

Una bolsa de procesionaria en un pino. / FDV
Uno de los cosejos antes de la visita al veterinario es tratar de quitar a nuestro animal el máximo número de pelos de oruga posible de su cuerpo, intentando siempre hacerlo sin frotar y con agua.
Los más expuestos a estos insectos suelen ser los perros y los gatos, aunque los bigotudos son más desconfiados, y, por lo general, evitan acercarse a este tipo de insectos que les suele provocar rechazo.
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