Aproximadamente uno de cada 300 perros y gatos desarrollan diabetes mellitus a lo largo de su vida y, al igual que en los humanos, una alimentación adecuada y la administración correcta de insulina puede ayudarles a mejorar su estado.

Con ocasión del Día Mundial de la Diabetes, la organización veterinaria MSD Animal Health ha hecho un llamamiento para concienciar a los propietarios de perros y gatos de lo importante que es la detección temprana de la diabetes en las mascotas, al tratarse de una enfermedad que no solamente afecta a los humanos.

Según un informe elaborado por MSD Animal Health, los perros de mediana y de avanzada edad son los más susceptibles a desarrollar diabetes, siendo las hembras sin esterilizar las más afectadas, y si nos centramos en la raza, los caniches miniatura, los perros salchicha, los schnauzers, los terrier de cairn y los beagles tienen mayor riesgo de padecer la enfermedad, aunque cualquiera puede verse afectado.

En cuanto a los gatos, pueden tener diabetes a cualquier edad, sin que exista más predisposición por razón de sexo o de raza, si bien los adultos machos, en especial si están obesos y/o castrados, son los que ocupan las primeras posiciones y también se ha constatado que los birmanos, los azul ruso, los gatos del bosque noruego y los abisinios sufren una mayor incidencia.

La diabetes es una enfermedad causada por la incapacidad del cuerpo de producir o usar la insulina y su origen puede obedecer a varios motivos, desde la obesidad -uno de los principales desencadenantes- a la predisposición genética, igual que en las personas, pasando por la falta de ejercicio, que contribuye al aumento de la resistencia a la insulina y desemboca en diabetes Tipo II.

Aún en las mismas condiciones sanitarias, los machos tienen menor sensibilidad a la insulina que las hembras (30-40%), lo que les hace mucho más vulnerables, y si nos atenemos a la edad, cuanto mayor sea la mascota, mayor riesgo tiene de padecer diabetes, siendo los animales de más de 7 años los más proclives.

Cómo saberlo

Para averiguar si nuestro animal es diabético sería preciso comprobar si cumple las tres 'pes' propias de la enfermedad: aumento del apetito y de la ingesta de alimento (polifagia), aunque con pérdida de peso; micciones numerosas tanto en frecuencia como en cantidad (poliuria) y consumo abundante de agua (polidipsia), síntomas que suelen remitir cuando la diabetes está bajo control.

Además, con el tiempo algunos perros enfermos pueden desarrollar cataratas oculares, anomalía que es posible retrasar aplicando las medidas preventivas oportunas, mientras que en el caso de los gatos el riesgo de padecer esta dolencia ocular es mínimo, pero en ciertas ocasiones pueden presentar una decoloración amarillenta de las membranas mucosas y una postura anómala al andar, originada por una neuropatía.

Para curar la diabetes en animales es importante mantener unas pautas de alimentación adecuadas, tanto si existe resistencia a la insulina como si está alterada su producción.

Asimismo se debe suministrar al animal una dosis correcta de insulina mediante los dispositivos apropiados que existen en el mercado y que permiten una administración fácil, sencilla, rápida y segura, aseguran desde MSD Animal Health y añaden que los índices de remisión de la enfermedad en los gatos pueden llegar al 90%, mientras que en los perros la diabetes suele durar toda la vida.