Cuando compartimos nuestra vida con un animal, establecemos un vínculo muy fuerte a nivel emocional, afectivo y energético. Esto quiere decir que estamos conectados con ellos de la misma forma que lo estamos con el resto de seres queridos de nuestro entorno. A través de esa conexión, podemos ser capaces de sentir cómo se sienten. Y este hecho es muy importante de cara a relacionarnos con los animales, ya que es la forma que tienen de expresar cómo están, lo que quieren y lo que necesitan, para poder respetarlos y entenderlos de verdad.

Porque no es lo mismo ver que sentir. Nos fiamos más de lo que ven nuestros ojos que de lo que sentimos, sin embargo es mucho más importante la conexión con nuestro corazón que lo que entra a través de nuestras retinas. Voy a explicar esto con un ejemplo personal. Mi gata callejera tiene cáncer.

Es una gata completamente salvaje que es feliz donde vive y con quien lo hace (otro gato del cual no se separa nunca). De un tiempo esta parte el tumor ha empeorado, por lo tanto yo la veo peor, sin embargo la siento bien. Los animales no tienen nuestra parte mental que sufre por lo que pueda pasar. Si un animal no tiene dolor y es feliz donde está, no le preocupa el futuro ni lo que vendrá. Por eso, muchas veces tomamos decisiones por ellos que afectan a su vida desde nuestra mente de humanos, por nuestro miedo al sufrimiento y porque nos centramos en lo que vemos en lugar de sentir lo que ellos sienten y darle prioridad. Si utilizáramos más esta conexión tan especial y bonita que tenemos, seríamos capaces de percibir lo que ellos quieren o necesitan en función de cómo se sienten. Evidentemente esto se debe hacer siendo responsables y cuidando de su bienestar. Es mucho más importante sentir que mirar, y desarrollar esta capacidad tan valiosa para ayudarles y respetarles desde su situación y no la que nosotros captamos, pasando por el filtro de nuestra mente de humanos.

*Psicóloga