Los impecables trajes de “Felipe ‘el Fabuloso’”
Expertos en moda masculina alaban la técnica y el patronaje del traje que vistió Felipe VI en la final de Wimbledon. Pero surgen muchas dudas acerca de quién es el valorado artífice de que la imagen del monarca sea tan estimada incluso en el exterior

Felipe VI en la final de Wimbledon, el pasado día 14 en Londres. | // N.H. / Analía Plaza/David López-frías
Analía Plaza/David López-frías
No es habitual ver sastrería de alto nivel, ni siquiera entre los más ricos. Por eso el traje que el rey Felipe VI vistió durante la final de Wimbledon en Londres el pasado domingo llamó la atención de Derek Guy, un conocido escritor residente en Estados Unidos y especializado en moda masculina que lo ensalzó en Twitter.
Su relato acumula, en el momento de escribir estas líneas, más de 29 millones de reproducciones. “Hablemos de las razones por las que [este nivel de sastrería] es genial. El rey Felipe va bien recurrentemente y parece que todos sus trajes están hechos por el mismo sastre”, indica. Sus observaciones han sido recogidas por la prensa internacional, e incluso el diario británico The Times se ha atrevido a apodarlo “Felipe, el Fabuloso”.
“El traje le queda impecable”, valora la patronista española Asun Domínguez en conversación con El Periódico de España, del grupo editorial Prensa Ibérica, al que pertenece FARO. “No le tira, la manga cae pegada al cuerpo, no hace arrugas y el brazo no se marca. Los pantalones están clavados, hechos para su estatura. Las solapas suelen ser más estrechas, pero él es muy alto: si pones solapa estrecha, le haces aún más alto. Para hacer bien un traje no solo hay que mirar la estética del momento, sino la proporción de a quién se la haces. Lo importante no es la norma, sino el conjunto”, detalla.
Domínguez coincide con Guy en valorar la técnica con la que está confeccionado el traje, no si el estilo del Rey es adecuado o no. Para gustos, colores, insiste la patronista. Por su parte, el escritor destaca el cuello, la longitud del pantalón y la falta de arrugas, y lo compara con otros trajes que quedan apretados, cortos de chaqueta y largos de pantalón a quienes los visten.
“Puede que hoy no te pongas la misma combinación de colores que te ponías hace 20 años. Pero en costura, técnica y patronaje, lo que hace 50 años estaba mal, sigue estándolo ahora”, añade la patronista. Es el mismo argumento que utilizó al analizar el vestido de novia de Tamara Falcó, que en redes fue criticado por aburrido e irrelevante.
“Es un vestido clásico, atemporal y muy de la realeza. Pero es fantástico técnicamente hablando”, comentó. Conseguir que un vestido con pedrería y sin sujeción a la cintura se ajuste al cuerpo es toda una proeza, explica Domínguez. Igual que hacer un traje de hombre a medida en el que todas piezas casen tan bien.
Acuerdo de confidencialidad
¿Quién es el valorado artífice del traje de Felipe VI que tan bien hace su trabajo según los expertos? Surgen muchas dudas. En primer lugar porque este periódico se lo ha preguntado a Casa Real, pero no hemos obtenido más respuesta que la de la recepción del email.
El Rey tiene ahora un sastre que le confecciona los trajes, pero cuya identidad se desconoce por contrato: “Hay un acuerdo de confidencialidad por el que, si se desvela su identidad, deja de estar con él. En la actualidad este sastre le hace muchísima de su ropa”, publica El Cierre Digital.
Pero esa opacidad es nueva. Desde que se reinstauró la monarquía en España, el puesto de sastre real lo ocupó Jaime Gallo Garachana. Un modisto burgalés que abrió una sastrería en la calle Ayala, 27, en 1972. Allí permaneció hasta su muerte, en 2015. Fue un sastre discreto al que, según el obituario que le dedicó El País, sacó del anonimato el rey Juan Carlos I, a quien vistió desde su juventud. En sus 43 años en el negocio, solo dio una entrevista: al medio especializado El Aristócrata en 2010. En ella contó que emprendió “por amor a la profesión”, con “el propósito de llegar a ser un referente en la sastrería” y que llegó a contar con 49 trabajadores en plantilla. Tras su muerte, la tienda aguantó en manos de su hijo hasta principios de 2022, cuando cerró por falta de actividad.
De todos modos, y aunque Felipe VI tenga un nuevo y misterioso sastre, El Cierre Digital también ha podido confirmar que “el traje que lució el Rey de España en la final de Wimbledon es una composición que hizo para él en su última etapa Jaime Gallo”.
El hijo de Gallo, Fernando, escribió a Derek Guy tras viralizarse su hilo para contarle lo mismo: que ese traje tan bien hecho lo hizo su padre. Un traje, por tanto, que ha resistido al paso del tiempo y a los cambios físicos. Y es que confiar en la sastrería española es apostar sobre seguro.
“Si es verdad que ese fue un traje de Jaime Gallo, que murió en 2015, fíjate qué bien ha resistido el paso del tiempo. El físico cambia, pero las hechuras son perfectas y han pasado ocho años. Es un gran trabajo”, nos explica Fran Tochina (Valencia, 1979), el presidente del Gremio de Sastres y Modistas de Valencia, en conversación.
Si hay un sitio en España donde saben de sastrería, es aquí. Se trata del gremio laboral más antiguo de España: “Tenemos 775 años. Se fundó en 1247 por el rey Jaime I, que quiso aglutinar a todos los profesionales y artesanos de la aguja en Valencia. Había sastres, pero también sombreros o calceteros”.
Tochina, que lleva 14 años al frente del gremio, explica que la sastrería española “siempre ha gozado de gran prestigio internacional”, pero que el oficio actualmente está en horas bajas. “Primero porque falta vocación. Grandes sastres que fallecen, sus hijos heredan... pero no quieren seguir con el oficio”, explica. Más o menos lo que acabó pasando con la sastrería de Jaime Gallo.
“Ahora mismo en Valencia tenemos siete sastrerías. En el norte hay más tradición de trajes a medida y Madrid es la ciudad que más establecimientos de este tipo tiene, con diez. Pero en toda España no llegará a un centenar de sastrerías”.
Y apunta que otra de las claves es “cierto complejo que tenemos en España. No valoramos lo nuestro. Con las redes sociales y demás, parece que ir a estudiar sastrería a Londres es mejor. Y no es verdad, es diferente. No es lo mismo el pliegue de la manga inglesa, la italiana o la española”. En su gremio aún imparten formación de sastrería “y sigue teniendo demanda”.
Cánones clásicos
Tochina coincide “al 100% con la opinión de Derek Guy. Aparte de la percha que tiene, es que el Rey viste siempre impecable. Una completa armonía en todo su estilismo. La moda actual se carga los cánones clásicos. Pantalones supercortos, muy ceñidos... y cuando ves a una persona vestida al 100% de sastrería, respetando todos los largos, las alturas o las caídas, nos llama la atención a los que sabemos reconocer un trabajo artesano”.
Para hacer un traje a medida hacen falta “horas, muchas horas”, dice Domínguez. La chaqueta, “entre 36 y 40 horas si la hace un experto. Son muchísimas piezas, entretelas, sujeciones de pecho, puño, forro... Es como el vestido de Tamara Falcó: lo que no se ve es lo que cuenta”.
Tochina da la última clave de la decadencia de las sastrerías: “Ahora la gente prefiere pagar una etiqueta, una marca. Se gastan 3.000 o 4.000 euros por un traje de Balenciaga que será una firma en alza, pero es una confección industrial. ¿Qué vale un traje a medida? Entre 1.200 y 1.800 euros. Y te asegura unas proporciones perfectas de chaqueta, una caída perfecta de mangas y que no se va a deformar”.
Felipe VI cobra 12.650 euros al mes de los Presupuestos Generales del Estado y puede, por tanto, permitirse estos trajes a medida. Pero el dinero no lo es todo. El hilo de Guy cita un buen puñado de ejemplos de personajes ricos y famosos –como el mismísimo Daniel Craig– que, en su opinión, llevan los trajes mal. En su caso, demasiado ajustados y arrugados. Domínguez da otros ejemplos: la chaqueta del rey de Holanda en la boda de Hussein de Jordania y la de Alberto Núñez Feijóo en su visita a El hormiguero.
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