Tras nueve episodios, la sevillana Carmen Farala, de 31 años ganó la primera edición del concurso ‘Drag Race España’, la versión nacional del imperio creado por Rupaul.

–¿Esperaba ganar el concurso?

–Al saber que iba a entrar vi algún episodio, como el del Snatch Game, para ver en qué consistía, pero nunca lo había visto.

–¿Ha sido tan duro como creía?

–Sí. Cada programa se grababa en dos días, pero las jornadas de rodaje eran largas y, en nuestro mundo, todo se vive tan intenso que parece una semana entera.

–La suya es la temporada del programa mejor valorada en IMDB mundialmente.

–Creo que el éxito viene de que primé el trabajo y el compañerismo. A veces se ve al drag como algo con mucha rivalidad, pero hemos demostrado que se puede ser buena drag y compañera. Es un gremio en el que si no nos apoyamos entre nosotras, vamos mal.

–Su fuerte en el concurso era la costura. ¿Dónde aprendió?

–Lo hice de forma autodidacta. Me hacía varios vestidos con reveal por episodio, así que con eso estaba segura. Me preocupaban más los retos de comedia.

–¿No es Carmen graciosa?

–Mi drag siempre ha sido algo muy visual, estéticamente bello, y me daba miedo perder ese halo de divinidad si me ponía a hacer comedia. Pero el programa me ha enseñado que se puede ser divina y divertida a la vez.

–Llegó a Madrid para dedicarse a la moda.

–Fui con 18 años pero la vida allí es muy cara y no pude estudiar lo que quería. Carmen me ha permitido mostrar lo que sé y querría seguir formándome en moda. En el futuro me gustaría explorar la posibilidad de vender mis diseños.

–¿En qué momento decidió dedicarse al drag?

–Llegué a Madrid y me compré mi primera peluca. Había tres fechas clave: el Orgullo, carnaval y Halloween, donde comencé a desarrollar el personaje de Carmen. El proceso de creación fue largo.

–¿Por qué drag?

–Es un mundo muy divertido y te permite trabajar facetas que en tu día a día te da vergüenza.

–Háblenos de aquellos primeros pinitos.

–Fue con mi grupo Hermanas Farala. Íbamos a discotecas heterosexuales para ver sus reacciones y ahí fuimos desarrollando nuestra marca. En 2013 llegamos a la noche gay, nos presentamos con un personaje tan construido y fuerte que impactó mucho. Al cabo de una semana ya teníamos nuestro primer bolo.

–¿Cómo lo vivió su entorno?

–Fui integrando el mundo del drag de forma muy natural y ellos lo veían como al que le gusta el fútbol y va a ver un partido, así que siempre me han apoyado mucho. Es una forma más de ganar dinero y de manera muy honrada: haciendo reír a la gente, pero hay muchos estereotipos.

–¿Como cuáles?

–Temas turbios como la noche o las drogas. El drag está relegado a la noche porque no se le da cabida durante el día. No es necesario verlo en un bar borracho, sino que estamos demostrando con la gira actual que se pueden llenar teatros, como un musical.

–Últimamente hay debate sobre si el drag es político.

–El simple hecho de salir a la calle con peluca ya es revindicar porque la gente ve que es algo natural. Ahora que tengo más influencia quiero usarla para apoyar aún más esta lucha de todos.

–¿Era necesario algo como Drag Race en nuestra televisión?

–Sí. Para que la gente viera lo que hay más allá de un show y ver que es un trabajo más, que somos unas currantas. También para unir puentes entre el colectivo LGTBI y el mundo hetero.

–Aun así, Atresmedia lo emitió en privado.

–Creo que debería haberse emitido en abierto. Entiendo que es un formato arriesgado, pero espero que más adelante haya ocasión de presentarlo en prime time.