La leyenda del tenis Boris Becker ha regresado a Mallorca años después de su última visita a la isla, de la que solía ser un gran amante. Sin embargo, el conflicto con la finca que adquirió en Artà le ha llevado hasta ahora a evitar la más grande de las islas Balears y preferir Eivissa en su lugar. Pero ahora ha vuelto. Becker acompañará este viernes a su hijo mayor, Noah, a una exposición de arte de su obra, que se inaugura en la nueva galería que abre Gerhardt Braun en la plaza Chopin de Palma. Noah Becker exhibe 16 pinturas y una escultura. El hijo del tenista se inspira principalmente en la música por sus coloridas pinturas con formas lineales.

No se sabe cuánto tiempo se quedará su padre. Hasta hace unos días, Becker seguía de vacaciones por Ibiza disfrutando del sol con su actual novia, Lilian de Carvalho Monteiro, en un barco. Años atrás solía disfrutar de Mallorca con regularidad y a menudo se le podía encontrar en los clubes de golf. En 1997, mientras estaba activo como profesional, el seis veces ganador de Grand Slams adquirió la propiedad de Son Coll por 500.000 euros. Dos años después se paralizó la reforma debido a edificios construidos ilegalmente y en 2003 Becker tuvo que demoler parte de estas nuevas construcciones.

El tenista quiso vender la finca, pero no encontró ningún comprador por el precio que se pidió en aquel momento. En 2006, la inauguró oficialmente, tal vez para hacer subir el precio, pero nadie quiso pagar 15 millones de euros. Los abogados de Becker, muy endeudado, tuvieron que evitar una subasta de ejecución hipotecaria de la finca en tres ocasiones. La exestrella siempre acabó pagando las facturas pendientes en el último minuto.

En 2017, un tribunal de Londres declaró a Becker en quiebra, pero él siempre ha negado su insolvencia. Al año siguiente, Son Coll volvió a aparecer en los titulares cuando el hippie alemán Bauchi y otras personas ocuparon la finca. Según dijo, quería restaurar el edificio. Dos años después la policía los desalojó y, cuando se le preguntó por los ocupantes, Becker mantuvo la calma y dijo que la finca ya no le pertenecía. En 2019 uno de sus acreedores adquirió la propiedad. Boris Becker se ha alojado en un hotel en el otro extremo de la isla, en el suroeste.