Incluso con patrones de comportamiento muy comunes a cuestas, y por mucho que nos encante encasillar e intentar ver las cosas de manera simplificada, la realidad es que no existen dos personas iguales. Premisa de la que podemos sacar otra tan importante como este: puesto que no existen dos personas iguales no pueden existir dos relaciones iguales. Debemos tener esto en cuenta para no volvernos locos. Dicho esto, y según las palabras del trabajador social clínico Robert Taibbi, sí hay cinco variedades de relaciones a grandes rasgos y solo una de ellas es saludable. Las otras cuatro tienen sus taras.

Tóxicas

Empecemos por estas. Concretamente, por la variedad de relación competitiva/controladora. Tal y como dice Taibbi, en estas relaciones hay "dos personalidades fuertes luchando por el control", dos personas cuya autoestima está basada en ganar. Ese es el motivo por el que se suceden las discusiones por nimiedades a menudo entre ellas. En última instancia, "se cansan de pelear y se separan o uno finalmente cede". Esto puede dar lugar a la segunda variedad de relación: la relación activo/pasivo, donde "una de las partes está esencialmente a cargo y hace la mayor parte del trabajo". Y, claro, se acaba aburriendo.

En tercer lugar encontramos la variedad de relación agresivo/complaciente. En las relaciones anteriores, las activo/pasivo, la potencia se basaba en el cuidado. Una parte cuidaba claramente más de la otra. Pero en estas relaciones agresivo/complacientes la potencia se mide en dominación. "Mientras que el compañero intimidante explotará fácilmente, hay poco conflicto real. Hay abuso emocional y a veces físico". Y en estos casos hay dos salidas: o la pareja intimidada encuentra la manera de abandonar la relación o esa se perpetúa. Sin duda alguna, una de las variedades más tóxicas y peligrosas de relaciones.

Sanas

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Y, ahora sí, hablemos de la única variedad de relación saludable propuesta por Taibbi en Psychology Today: la relación aceptación/equilibrio. ¿Sus características? "La pareja es capaz de trabajar junta como equipo. Cada una reconoce y acepta activamente las fortalezas y debilidades de la otra persona. Se respaldan mutuamente, ambos están interesados en ayudar al otro a ser quién él o ella quiere ser", explica este experto. Además, esto es de vital importancia, "son capaces de revitalizar la relación cuando empieza a sentirse rancia", así como de resolver los problemas en lugar de esconderlos. El tipo de relación que todos merecemos.