Aunque el cine la quiso hacer suya, ya que su filmografía se compone de más de 40 películas, y la música la sedujo hasta el punto de llevar 18 años como solista de Marlango, Leonor Watling (Madrid, 1975) lleva tres años prodigándose más por la tele, medio en el que debutó en 1993 con “Farmacia de guardia”. La hemos visto en “Pulsaciones” y “Vivir sin permiso”, y ahora ha estrenado “Nasdrovia”, una comedia con tintes de thriller, cuyo personaje se hace con el público mirándole a los ojos.

–El comienzo del primer capítulo es impactante. Uno piensa que a partir de ahí puede pasar cualquier cosa.

–(Ríe) Puede pasar cualquier cosa, sí. Me hace mucha gracia porque Julián y Edurne se creen muy listos, piensan que están escapando de una situación vital que les aburre y se están metiendo en la boca del lobo. Y como muy contentos y diciendo: no pasa nada.

–Esa situación vital es la crisis de los 40. ¿Es Edurne la que más la acusa? ¿Más que su ex?

–Lo que pasa es que esas parejas, que, además, funcionan tan bien en la ficción, son vasos comunicantes donde ya se ha establecido el rol. Ellos ya no son pareja, pero siguen con esos roles en los que ella va y él la sigue. Ella cambia el rumbo, y él le sigue. Pero si resulta que ella no hace nada y es él quien cambia el rumbo, entonces ella va detrás. El personaje de Edurne está muy bien escrito y funciona muy bien que hable a cámara porque eso encaja muy bien con el personaje. Además, todos hemos conocido a alguien así, que tira para adelante.

–Vivía feliz defendiendo a corruptos sin ningún dilema moral. Pero fruto de esa crisis decide montar un restaurante con su ex.

–Sí. Edurne y Julián, que son una expareja que trabajan juntos y se llevan muy bien, viven de eso. A ver, la gente culpable también tiene derecho a una representación legal. No están haciendo nada inmoral. Pero también es verdad que no les importa mucho la amoralidad. Les preocupa más su nivel de vida. Pero los dos cumplen 40 años el mismo día y Edurne hace eso que hemos pensado o hemos oído: “Estoy harto de esta vida y voy a montar algo”. Y lo hace con Julián y Franky.

–Franky es cínico y culto...

–Es un personaje maravilloso. Luis (Bermejo) es un actor con el que tenía mucha ganas de trabajar. Con él y con Hugo (Silva).

–No descubrió su personaje a través de la novela, porque no la leyó para construirlo, ¿cierto?

–No. Lo recibí a través del guion. No sabía que estaba inspirado o basado libremente en una novela: El hombre que odiaba a Paulo Coelho. Sergio Sarria, su autor, me pidió que no la leyera, y lo hice tras grabar la serie

–Parece teatro con actos de 25 minutos. Lo que dura el episodio.

–Es otra de las cosas que me hicieron muchas ilusión cuando me lo propusieron. Primero el guion, que me pareció alucinante. Luego, trabajar con Hugo y Luis, y que me dirigiera Marc Vigil. El hecho de que sean capítulos de media hora... Mantener una comedia durante una hora es cosa de titanes.