Era una apuesta de alto riesgo y Johnny Deep la ha perdido. La gran estrella de Hollywood, de 57 años, había iniciado la batalla contra al diario británico “The Sun”, al que acusó de libelo, por haberle descrito como un marido violento con su exmujer, Amber Heard. El juez Andrew Nicol, del Tribunal Superior de Londres, ha estimado sin embargo que esas “palabras que se publicaron fueron sustancialmente verdaderas en su contenido”, en una sentencia que puede llegar a enterrar la carrera del protagonista de “Eduardo Manostijeras” y de la saga “Piratas del Caribe”. Deep deberá abonar además una suma millonaria y ruinosa por los gastos del proceso.

La actriz Amber Heard, de 34 años, había alegado que, en varias ocasiones durante su matrimonio, había temido por su vida, que Depp la había golpeado dejándole marcas como un hematoma en un ojo, le había roto la nariz y la había agredido repetidamente. El juez consideró que “la gran mayoría (12 de las 14 alegaciones) de las supuestas agresiones contra la señora Heard por parte del señor Depp son más que probables para los estándares civiles”. Dicho de forma llana, que tales agresiones ocurrieron.

Depp demandó a News Group Newspapers, la empresa del magnate de la comunicación Rupert Murdoch que publica el diario “The Sun” y contra uno de sus periodistas, Dan Wootton, por un artículo publicado en el 2018 en que le acusaba de maltratar violentamente a su exmujer. El periodista también cuestionaba la conveniencia de contratar al actor para la película “Animales fantásticos: Los crímenes de Grindelwald”, que buscó en la demanda judicial la redención frente a sus fans. Lo que ha logrado en cambio es un daño irreparable para su reputación.

El espectáculo durante las tres semanas del juico el pasado julio en el Old Bailey de Londres resultó tan denigrante que, en realidad, fuera cual fuera el veredicto, el daño ya estaba hecho.

Basurero conyugal

El juicio se trasformó en el basurero donde rebuscar las inmundicias de un matrimonio muy hollywoodiano. Se propagó a escala universal cada escabroso detalle de la relación entre una estrella en decadencia y una joven actriz en ascenso. Drogas, alcohol, acusaciones de infidelidad, de agresiones físicas y psicológicas y finalmente el puro excremento en el lecho conyugal antes del divorcio.

Depp negó ante el juez haberse comportado de manera violenta con su exmujer, a la que acusó en cambio de arrojarle durante una pelea en Australia, una botella de vodka, que le cortó un dedo, del que mostró una foto con la extremidad sanguinolenta.

Heard por su parte declaró que el actor se convertía en un “monstruo” bajo los efectos de las drogas y el alcohol. Esa dependencia, que el propio interesado reconoció, había comenzado siendo un adolescente. Pero según Depp, Heard tampoco se quedaba atrás, liquidándose todas las noches “dos o tres botellas de vino” y tomando ocasionalmente éxtasis y champiñones alucinógenos. En esas condiciones, las trifulcas eran constantes.

Heard describió a Depp como “una persona violenta y maniacodepresiva, con problemas bipolares y psicosis, a causa de la droga”. Afirmó que había amenazado con matarla y la había abofeteado y golpeado en varias ocasiones. Incluso durante tres días la tuvo encerrada “como un rehén”. Desmintió vehementemente el haber sido infiel, como aseguraba su ex, que la tachó de “mentirosa compulsiva”. Depp negó haber atacado jamás a una mujer y dos de sus antiguas compañeras, Vanessa Paradis y Winona Ryder ratificaron su buen comportamiento en sendos testimonios por escrito.

Nada resume mejor la catadura del proceso que las horas dedicadas por grandes letrados del Alto Tribunal de Londres a determinar si los excrementos hallados en la cama de la pareja eran de la actriz, de uno de sus amigos o de un perro. Fue el punto final para el dúo, que se había conocido en el 2011 durante el rodaje “Rhum Express”, se había casado en el 2015 y se divorció dos años más tarde. Una relación tóxica que nunca debió existir y de la que no hubiéramos querido saber todo lo que se ha contado.