En un ilusorio principio, la última gala de los MTV Video Music Awards debía celebrarse en el Barclays Center de Brooklyn, en Nueva York, opción desestimada a principios de agosto, cuando quedó (aún más) claro que una gala a distancia sería más segura. Se anunció entonces una ceremonia en exteriores, con escenarios repartidos a lo largo de todos los distritos de Nueva York. La decisión serviría para rendir homenaje a la ciudad, destacar su resiliencia y negar rotundamente los rumores sobre su decadencia que ha esparcido alguna que otra provocadora entrada de blog.

Pero donde se celebró realmente el espectáculo emitido por MTV en la madrugada del domingo, día 30, al lunes, día 31, fue en una especie de inquietante entorno virtual, una neoNueva York como salida de un anime distópico. La presentadora Keke Palmer (Mercedes en Estafadoras de Wall Street) nos dio la bienvenida a un escenario intangible, de textura digital, rodeado por rascacielos con ventanas sustituidas por pantallas de supuestos espectadores a través de Zoom. Las actuaciones estaban pregrabadas. Algunas de ellas en, así es, escenarios exteriores casi reconocibles, pero en su gran mayoría en estudio, en forma de vídeos musicales o números sobre el citado escenario virtual.

Pero la extrañeza ya había empezado con un pre-show en el que, además de actuaciones pregrabadas (maravillosa Ungodly hour del dúo de hermanas R&B Chloe x Halle), se pudieron ver entrevistas con artistas nominados o celebridades invitadas. Más que charlas, parecían duelos en el lejano Oeste: el presentador a tres o cuatro metros del famoso y los realizadores aprovechando la pantalla ancha casi mejor que Sergio Leone. En este caso, los forajidos no se tapan con pañuelo sino con mascarilla. Will.i.am, de Black Eyed Peas, ni siquiera se la quitó para hablar.

Parecía la visión de un extraño futuro, pero es la realidad que nos toca vivir de momento. Si el espectáculo debe continuar, debe hacerlo con nuevos protocolos, y eso significa olvidar todo lo que dábamos por hecho en las galas televisadas, como ya avisaron experimentos del estilo de los BET Awards o el especial benéfico One World: Together At Home. Adaptarse supone distancias, uso de mascarillas, pregrabaciones, aplausos artificiales o, en el caso de los VMAs, nuevas categorías del estilo de mejor vídeo musical desde casa y mejor actuación de cuarentena.

La gala empezó con un vídeo de tacto casi doméstico, grabado en el último minuto, en el que Keke Palmer dedicaba el espectáculo a Chadwick Boseman, "un actor cuyo talento y pasión es una verdadera inspiración para todos los fans a los que llegó, y toda la gente con que se cruzó".

Más adelante, en su monólogo inicial, Palmer habló sobre la pandemia y la lucha común contra la violencia policial. "Con el movimiento Black Lives Matter", dijo, "hemos visto a nuestra generación dar un paso adelante, tomar las calles, y asegurarnos de que nuestras voces fueran escuchadas".

Fue uno de los raros bocados de realidad de la noche, al igual que los dos sucintos discursos de agradecimiento de The Weeknd por sus moonpersons -así se llaman los trofeos- a mejor vídeo R&B y vídeo del año por Blinding lights. En ambos casos, básicamente dijo que no había mucho que celebrar y pidió justicia para Jacob Blake y Breonna Taylor.

A The Weeknd pudimos verle, al principio del programa, interpretar ese tema estelar nada menos que en el mirador Edge de Hudson Yards, rodeado de haces de luz vertical y vigilado por un helicóptero. Fue uno de los mejores momentos de la noche, junto al desatado medley de Lady Gaga, artista que reunía (junto con Ariana Grande) el mayor número de nominaciones: nueve. Se llevó tres moon-persons y el primer premio Tricon, dedicado a estrellas icónicas por múltiples facetas. "Todo el mundo en casa es su propia forma de Tricon", dijo Stefanie Joanne Angelina Germanotta, sin dejar nunca de lado la mascarilla, que ella defendió durante la noche como impactante y valioso complemento.

El medley de Gaga alcanzó sus cimas con una 911 de imposible coreografía, una Rain on me en la que no faltó Ariana Grande y esa Stupid love primero al piano y después con beat a pleno rendimiento. Y para el clímax de fiesta, Black Eyed Peas.