La videoconferencia de moda en España, la que protagoniza el periodista Alfonso Merlos, es impecable en muchos sentidos: está hecha con buena luz, la fluidez de la imagen y del sonido denota el uso de una potente red wifi, el ángulo con el que enfoca la cámara es idóneo y el sujeto, además de hablar con aplomo, está vestido con sobriedad y debidamente acicalado. Todo se ajusta el canon que debiera garantizar el éxito de una videoconferencia, excepto por un detalle: la intrusión de una mujer en ropa interior que cruza por el fondo ajena a que está saliendo en directo por televisión.

Al margen de lo ridículo de la situación, que ha derivado en un escándalo mayúsculo por haber puesto de manifiesto una supuesta infidelidad del periodista, lo que evidencia la "pillada" a Alfonso Merlos es que la irrupción en nuestras vidas confinadas de las videoconferencias hace aconsejable, por falta de hábito y conocimientos técnicos, un proceso de aprendizaje y adaptación para familiarizarse con el medio y obtener resultados óptimos. Al menos, eso es algo en lo que coinciden los expertos en comunicación audiovisual que, por motivos laborales fundamentalmente, ya usaban con frecuencia herramientas como Skype o Zoom antes del "boom" de su utilización generalizada en hogares y empresas de toda España

Y es que de la pifia no está libre nadie; a Merlos, abrir una ventana a su intimidad domiciliaria le ha costado un disgusto sentimental, pero hay más casos. Al gobernador de Buenos Aires (Argentina), Axel Kicillof, se le subió un gato al regazo cuando hablaba en directo para un informativo por videoconferencia, varios vídeos virales de estos días muestran a personas que solo están vestidas de medio cuerpo para arriba mientras participan en reuniones online y abundan en internet los "tierra trágame" de personas que hacen comentarios inapropiados o insultantes durante videollamadas pensando que tenían apagado el micro cuando en realidad estaba abierto y sus palabras llegan a oídos de todos los participantes.

Puestos a dar consejo y empezando por lo obvio, el empresario Germán Pérez, fundador de las tiendas tecnológicas Mamaandroid, destaca que para disfrutar de imágenes y sonido fluidos es preciso disponer de una red wifi potente, "preferiblemente alimentada por fibra óptica y en su defecto, ADSL o el 4G del teléfono móvil, siendo la última opción el 3G". El inconveniente de usar redes wifi "débiles" es que la imagen irá "a saltos" y el retardo del sonido puede ser insufrible.

Como experto en ordenadores personales, tabletas y "smartphones", Pérez advierte de que las cámaras de estos dispositivos que se usan para las videoconferencias (la de hacerse selfies en el caso del teléfono móvil) son muy básicas y requieren de mucha luz para dar buena calidad de imagen; de ahí la importancia de una buena iluminación, "preferiblemente natural y frontal, pudiendo ser suplida con luz artificial -por ejemplo de un flexo- reflejada en una pared que haga de pantalla". Según Pérez, "estos días se ha disparado la demanda de webcams (cámaras de vídeo conectables a ordenadores), indicativo de que la gente busca la forma de mejorar las condiciones en las que hace sus videoconferencias".

El técnico audiovisual y empresario del gremio Javier Suárez, socio fundador junto a Sara Pastor de la firma Creagenio, especializada en contenidos para webs, aconseja "hacer pruebas de los equipos antes de empezar a hacer videoconferencias para familiarizarse con las herramientas y con el formato de comunicación, que debido al retardo del sonido obliga a no pisarse con el resto de interlocutores".

Más consejos: "Apañar una base estable para colocar el PC, la tableta o el móvil en un ángulo que, fundamentalmente, nos enfoque a nosotros en medio plano, no al techo de la habitación. Elegir vestuario de colores suaves y sin estridencias. Respecto al fondo, cuantos menos elementos que distraigan la atención de quien va a vernos, mejor".

Y en cuanto a la forma de actuar durante una videoconferencia, la actriz y profesora de teatro Cristina Puertas recalca la importancia de mirar a los ojos (o sea, a la cámara): "El éxito de una videoconferencia radica en romper el muro de cristal de la pantalla, ver al otro como si fuera presencialmente. Y si en una conversación presencial no estamos todo el tiempo eludiendo la mirada de nuestro interlocutor, tampoco deberíamos hacerlo en videoconferencia". Puertas también enfatiza la importancia de ser "comprensivos" con las dificultades técnicas sobrevenidas: "Un cuelgue o un fallo de sonido puede pasarle a cualquiera y es una situación que genera mucho estrés, lo aconsejable es tomarlo con calma para no tensar aún más a quien sufre la incidencia".